La evolución de las princesas de Disney

Muchas generaciones de niñas crecieron con las películas de Disney, admirando el modelo de princesa con el cual soñaban convertirse y esperando a ese gran príncipe azul. Pero las épocas cambian y se puede observar una evolución dentro del rol que cumple una princesa de la compañía en las distintas películas.

Todo comenzó en 1937 con el primer largometraje producido por Disney: “Blancanieves y los siete enanitos”, una película adaptada del cuento de hadas homónimo de los hermanos Grimm, publicado en 1812.

Blancanieves es una joven bastante ingenua e inocente, que confía profundamente en que algún día el amor verdadero la buscará y la salvará de su presente. Mientras vive con su madrastra, forzada a la servidumbre, la princesa continúa alegre y bondadosa.

Un estereotipo parecido de princesa es “La Cenicienta”, película que llegó a los cines en 1950. Allí Cenicienta también vive con su madrastra y hermanastras que la albergan solamente para que limpie su hogar. De todas maneras y a pesar de los maltratos, ella continúa soñando en que sus deseos se harán realidad. Finalmente es un príncipe quien la va a rescatar de esa miseria, cuando se conocen en un baile y recorre todas las casas hasta dar con el pie que quepa en el zapatito de cristal.

“La Bella Durmiente” (1959), “La Sirenita” (1989) y “La Bella y la Bestia” (1991) también son un claro ejemplo de esta primera etapa que tuvo Disney con respecto a las princesas. Todas mujeres que viven en circunstancias agobiantes que quieren cambiar y  harán lo que sea para lograrlo. En su lucha, será un hombre quien las termine rescatando.

Ya a partir del cambio de siglo tenemos una transformación de roles. Ejemplo de ello es la primera princesa afroamericana de Disney, Tiana, protagonista de “La Princesa y el Sapo” (2009). A diferencia de las princesas mencionadas anteriormente, Tiana no busca el amor y la idea de “necesitar a un príncipe” no está en su vocabulario. Ella sueña con abrir su propio restaurante.

Por otro lado tenemos a Rapunzel en “Enredados” (2010) que, si bien podemos tener una historia un tanto más clásica, observamos a otro tipo de princesa. Esta película es más aventurera, no se trata de encontrar el amor ni salvar a una damisela en apuros, sino que tanto Rapunzel como Finn van a luchar codo a codo contra los distintos advenimientos. Incluso Rapunzel es la que revive a Finn y no al revés como ocurrió con Blancanieves o Aurora de “La Bella Durmiente”.

“Brave”, por más de que sea una producción de Disney Pixar también es un buen ejemplo para analizar la evolución de la compañía del ratón. Mérida es forzada a tener que elegir a un pretendiente para casarse, pero ella lo único que le importa es cabalgar y realizar práctica de tiro, una joven más rebelde, con más carácter y determinación, que terminará salvando a su familia y a su pueblo.

Por último tenemos una fase que comenzó hace poco tiempo con “Frozen”. Acá directamente el tema de la damisela en apuros no se encuentra ni a la vista, menos el de ser salvada por un hombre e incluso podemos ver a heroínas mucho más fuertes.

De todas maneras el amor siempre se encuentra presente pero de otra forma. En “Frozen” prevalece el amor de hermanas entre Anna y Elsa y cómo Elsa deberá manejar sus poderes para salvar a su reino. Incluso en un momento del film se cuestiona el hecho de “conocer al amor de su vida con tan solo una mirada”, algo que le va a costar caro a Anna posteriormente.

Y en esta misma línea se encuentra “Moana”, la última película de Disney que se estrena este jueves y que nos presenta a la hija del jefe de una tribu que también sueña con conocer qué hay detrás del arrecife donde viven.

El amor en este sentido lo podemos ver en el amor a la familia y a una comunidad, ya que Moana hará todo lo que está a su alcance para que su pueblo no muera de hambre. El amor y cuidado a la naturaleza también es un punto fuerte dentro del film.

En cuanto a la personalidad, Moana es determinada, de armas tomar y que no se rendirá ante las negativas de un ser humano ni las circunstancias de la vida.

Al principio teníamos mujeres inocentes, que si bien podían ser aventureras, eran más soñadoras y esperaban que el hombre de su vida las viniera a rescatar de los malos momentos vividos. Pero con el paso del tiempo, y con la misma evolución de la sociedad, Disney fue elaborando princesas más poderosas, heroínas, que no necesitan de nadie ni de nada para conseguir sus propósitos; un ejemplo que ahora sí cualquier generación de mujeres les gustaría reproducir.

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