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Crítica de «Prey» de Thomas Sieben (2021)

Hay que ser bastante inteligente para hacer bien una película «tonta». Si se invierten esas variables el resultado es indefectiblemente desastroso, pero si alguna de las dos falla el resultado puede variar entre lo lamentable y un entretenido intento. Aunque ocasionalmente, el concepto inicial es tan sólido que poco puede hacerse para apagarlo completamente. Después de todo, no hay demasiadas frases más cinematográficamente prometedoras en su simpleza que «un grupo de amigos es acechado en el bosque por un francotirador asesino».

La película tarda unos pocos minutos en poner primera, imperdonable en los tiempos de hiperestimulación en los que vivimos, pero al menos una vez que arranca el macabro juego no necesita hacer demasiado para ofrecer esa dulce tensión pochoclera. Un simple cambio de calzado se convierte en uno de los minutos más tensos en pantalla de los últimos meses. Cuando en cualquier segundo un disparo de rifle podría romper el silencio del bosque no hay dudas de que la expectativa y anticipación pueden estirarse hasta niveles insospechados.

De todos modos, hace falta advertir que el equipo creativo detrás del film hace lo suyo para disminuir el disfrute que uno pueda tener con cada pequeña irrupción en el flujo orgánico de la narrativa. No es la única forma en que influyen de forma negativa en la cinta, pero aquellos miembros de la audiencia especialmente sensibles a la irritación que puedan ocasionar los personajes en pantalla harán bien en abstenerse o al menos tenerlo bien en cuenta para poder pasar esos breves malos tragos ocasionales. Los flashbacks obligatorios están a la orden del día, y no parecen ser particularmente conscientes de lo breves y muuuy ocasionales que deberían ser. Aunque afortunadamente para todos, la mayor parte del tiempo la vamos a pasar en el bosque donde a veces un simple paso en falso en ramas secas puede activar los sentidos tanto de los personajes como de los espectadores.

Al fin de cuentas, «Prey» termina siendo un interesante descubrimiento que no logra satisfacer totalmente la promesa de su excelente premisa. Las decisiones creativas detrás de cámara tampoco son totalmente en detrimento de la experiencia, pero las que verdaderamente suman sirven de poco en la balanza del entretenimiento ofrecido. No hay dudas de que puede ofrecer muy buenos momentos puntuales y un buen rato zafable, pero es posible que algunos con poca paciencia o simplemente aquellos que esperen obtener el nivel usual del contenido por streaming terminen decepcionados. La decepción a la hora de ver una película suele venir por el lado de expectativas mal cultivadas, pero muy de vez en cuando uno se encuentra con esas raras circunstancias en las que uno estaba preparado para poco y ni siquiera se pudo ofrecer eso.

Puntaje: 

 

 

Tráiler:

 

Leandro Porcelli

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