19° BARS: “Rondo” de Drew Barnhardt (2018)
El sangriento festival de horror y fantasía Buenos Aires Rojo Sangre (BARS) siempre le da la bienvenida a cualquier valiente que apueste por las curiosas sinopsis y la imaginación de los cineastas del cine de género. Año tras año el festival internacional va aumentando la cantidad de producciones de alta calidad, expandiendo incluso sus ofertas para tener, por ejemplo, en esta edición 2018 una superproducción rusa de Disney que deja de lado la sangre y el horror clásico del festival para enfocarse en la comedia y la fantasía. Uno nunca sabe qué esperar, y hay muchas películas que saben cómo tentar al fiel público del festival.
En este caso tenemos un film canadiense muy en línea con lo que uno siempre espera del BARS, un thriller tan violento como independiente. Lamentablemente no es un ejemplo exitoso de este tipo de cine.
Un jóven veterano sufre el regreso a casa, y el alcohol es al mismo tiempo su único consuelo, al igual que un conflicto constante con su hermana menor, con la que vive. Su convivencia se vuelve cada vez más complicada hasta que ella decide recomendarle hacer terapia. No hizo falta ni una sesión para que le sean recomendadas «terapias alternativas» que terminarán llevándolo por un camino de sorpresas, violencia y crimen organizado.
El director Drew Barnhardt logra darle al film una personalidad casi inmediata. La excelente música, la cuidada identidad visual e incluso un narrador casi noir le dan un muy buen arranque a la película. Por momentos consigue un interesante balance entre un realismo pochoclero y una cualidad casi caricaturesca. Desafortunadamente, todo lo positivo de la producción se cae a pedazos cada vez que hay diálogo. Como lamentablemente es usual en el cine independiente, se sufra la peligrosa combinación de malas actuaciones, un mal guion y un desafortunado manejo de ambas cosas por parte del director. Este mal juicio de Barnhardt va más allá incluso de cuestiónes técnicas, ya que definitivamente termina impactando muy negativamente a la narrativa en general.
Hay formas apropiadas de manejar el tono inmaduro y divertido que este tipo de películas pueden lograr, hacia el final por ejemplo lo consigue momentaneamente con una particularmente satisfactoria ejecución de uno de los villanos, pero no es el caso de la gran mayoría de las decisiones narrativas de Rondo. Este momento que destacamos incluso se encuentra en una escena que, aunque violenta y celebratoria, termina sintiéndose más que nada estéril y aburrida. El problema no es que las decisiones que se tomaron en la historia son, cuanto menos, bastante polémicas, sino que son ejecutadas sin ninguna gracia ni autoconsciencia. Al igual que los puntos a favor que tiene el film cuando la dirección la lleva por buen camino, también estos puntos en contra se sienten como reflejos e imitaciones de recursos que definitivamente influenciaron a sus creadores.
El despegue de las carreras de cineastas como Tarantino o Robert Rodriguez han inspirado a innumerables directores amateurs a realizar sus producciónes independientes. Pero también fueron una suerte de «caja de pandora» que condenó al mundo al darle la valentía de crear sus proyectos a miles de pobres imitadores que, siguiendo los planos de estos excelentes realizadores, terminan construyendo su propia máquina de tortura de hora y media. Si tienen la oportunidad de ver «Rondo», háganse el favor de evitarla.
Puntaje:
Tráiler:
Leandro Porcelli
Film anárquico y anarcotizante, subyuga desde la primera escena y nos subsume en un mundo dónde el vanaglor y la urdanización nos imbrican, cual si nos sumergiéramos en lodo (y del peor)
Destaco el panegírico del final y desprecio (aunque amo) la pésima vuelta de tuerca que, como diría Degoas «Je sui la paix, tu e la guerre»