Crítica de «Saint Maud» de Rose Glass (2019)
El postergado film de A24 llega finalmente a algunos sitios de internet en EEUU y termina siendo todo lo que podemos esperar de una cinta de terror psicológico que además es la ópera prima de una joven y prometedora directora.
A24 se ha convertido en un refugio tanto para los espectadores que desean ver películas más personales, en cierto sentido desafiantes y originales, así como también para jóvenes y nobeles autores que buscan dar sus primeros pasos en la industria o directores que ya tienen una carrera, pero cuyas filmografías son demasiado provocadoras o incatalogables para otros estudios y/o productoras. A lo largo de los años hemos visto muchas propuestas de diversos géneros entre las que podemos destacar «Uncut Gems» de los hermanos Safdie, «In Fabric», «The Farewell» y varias pertenecientes al género de terror donde surgieron varios de los nombres destacados de los últimos años como por ejemplo Ari Aster con «Midsommar» y «Hereditary», Robert Eggers con «The Lighthouse» y «The Witch» y David Robert Mitchell con «It Follows» y «Under the Silver Lake».
Aparentemente a esta lista de autores prominentes podemos incluir a la debutante Rose Glass que consigue con su primer largometraje capturar al espectador con una historia realmente interesante, cargada de una atmósfera opresiva, una tensión latente de principio a fin y una narrativa más que hábil para sus primeros pasos en la pantalla grande.
El film se centra en Maud (Morfydd Clark), una joven enfermera, que parece estar atravesando un oscuro momento tras una difícil situación que vivió en el pasado. Su respuesta ante la adversidad fue el de refugiarse en la fe cristina con una extraña y completa devoción. Todo cambia cuando comienza a trabajar en el ámbito privado cuidando y atendiendo a Amanda (Jennifer Ehle), una bailarina jubilada que padece un cáncer terminal. Maud siente la obsesiva compulsión de salvar el alma de su paciente, quien carece de fe y cree que está condenada a morir a la brevedad. El problema es que la misión de Maud parece llevarla a una peligrosa obsesión.
El relato dialoga con diversas cuestiones como las experiencias traumáticas y los fantasmas del pasado, la crisis existencial que puede surgir de los infortunios y cómo algunas personas buscan refugio en la fe desmedida de la cual puede desprenderse una crisis espiritual cuando no se comprende ese contexto religioso del todo o se lo toma de forma literal. Por otro lado, la película también muestra ciertos mecanismos de culpa que trabajan algunos credos y la exacerbación de los seguidores enceguecidos. Lo interesante es cómo están trabajados estos tópicos en los dos personajes enfrentados (el de Clark y Ehle con unas composiciones magníficas) donde se muestran estas dos caras contrapuestas y visiones diferentes que se dan no solo por el pasar de cada una (una enferma terminal que perdió la fe y una joven que se debate entre su vieja vida fuera de la creencia y sus errores y su nueva visión de las cosas que la lleva por lugares oscuros) sino también en su enfrentamiento (casi irónicamente) de proporciones bíblicas que las tienen en veredas opuestas. La forma en que la obra maneja los climas del relato (con un tremendo aporte de la dirección de fotografía y de la banda sonora) y cómo la directora nos lleva por un camino inquietante y desconocido, hacen que no parezca el trabajo de una realizadora que está debutando.
«Saint Maud» es una película perturbadora, atrayente y provocadora que explota el ámbito del terror psicológico para darnos algo totalmente desafiante y nuevo. Un film que parece añadir el nombre de Rose Glass al de cineastas para prestar atención en el futuro.
Puntaje:
Tráiler:
Martín Goniondzki