CINE

Crítica de «Wicked: Por siempre» de Jon M. Chu (2025)

Tras el éxito arrollador de la primera entrega, Jon M. Chu vuelve a invitarnos a Oz para culminar el relato de Elphaba (Cynthia Erivo), la villana de una historia mal contada.

«Wicked» es todo un fenómeno que transciende varios medios. En primer lugar, tenemos la novela de Gregory Maguire titulada «Wicked: The Life and Times of the Wicked Witch of the West» de 1995 basada en los libros de L. Frank Baum y en la icónica adaptación de 1939. Luego vino el famosísimo musical de Broadway que adaptaba muy libremente dicha novela de Maguire, la cual tuvo la adaptación cinematográfica de su primera parte el año pasado y ahora su culminación en 2025. Sabemos que el musical viene con un ferviente grupo de fanáticos que inundó las salas para ver el traspaso a la pantalla grande generando mucha expectativa y revuelo alrededor de este «evento cinematográfico».

Cabe decir, que pese a ciertos reparos que pueden hacerse respecto al look de la primera parte y la falta de contraste y profundidad en su estética visual (un mal que aqueja al cine moderno industrial iluminado de forma pareja como si fuera televisión), el film de 2024 funcionaba por un duelo actoral increíble entre Cinthia Erivo como la Bruja Mala del Oeste y Ariana Grande como Glinda la Bruja Buena del Oeste, por números musicales deslumbrantes, un diseño de producción sólido y una dirección correcta de Chu que está acostumbrado a lidiar con producciones de este calibre.

«Wicked: Por siempre» viene a continuar con lo que vimos en la primera parte, retomando exactamente donde terminó. Desde el inicio que toma la excelente decisión de no incurrir en flashbacks o una recapitulación de carácter televisivo como viene pasando en varios tanques —»Misión: Imposible: La sentencia final» es un claro ejemplo de esto, pero elevado a la enésima potencia— sino que directamente a introducirnos en la problemática de esta continuación. Elphaba (Erivo) y Glinda (Grande) quedan distanciadas y en veredas opuestas tras las decisiones que tomaron sobre el final de la película anterior. Mientras que la primera se recluye en el bosque tras ser asediada por el mago (Jeff Goldblum) y Madame Morrible (Michelle Yeoh) que buscan su captura, Glinda extraña a su amiga y tiene un dilema moral en su cabeza entre ser la figura que siempre soñó o hacer básicamente lo correcto. Fiyero (Jonathan Bailey) también se encuentra dividido entre acompañar a Glinda con sus ilusiones o hacer lo que verdaderamente dicta su corazón.

La multitud de Oz alza su clamor contra la Bruja Malvada, tras ser manipulada políticamente por Madame Morrible y todo parece complicarse aun más en una situación que representará un punto de inflexión en la amistad entre las dos jóvenes brujas. Ambas deberán sentar posturas antes de que sea demasiado tarde.

Si bien esta secuela tiene todos los elementos que hicieron grande a la primera parte, presenta la desventaja de contar con canciones poco memorables (algo que ya viene del musical original) y números musicales algo deslucidos en la comparación con la entrega anterior. Por otro lado, sigue manteniendo el enorme número de personajes que vimos anteriormente, pero está más enfocada en las dos protagonistas y sus conflictos internos, lo cual trae momentos interesantes en sus interacciones (vuelven a lucirse las dos actrices en roles que parecen haber nacido para interpretar) aunque también hace que algunas subtramas pierdan fuerza y relevancia.

Los fans probablemente se encuentren con algunos guiños al material original y también a la película de Victor Fleming de 1939, con gran parte de la acción teniendo lugar durante los hechos de aquel clásico protagonizado por Judy Garland.

Quizás el gran problema de esta secuela esté representado en que se profundiza mucho más en la política de Oz y en cómo el mago se esfuerza por mantener «el orden» y las apariencias con el solo fin de mantenerse en el poder. Es allí donde se pone en duda la amistad entre Elphaba y Glinda que están prácticamente condenadas a representar sus roles para poder encajar en una sociedad que de alguna manera las definió de entrada y no las dejó desempeñar otro rol. Si bien todo eso resulta interesante a nivel reflexivo o temático, la representación pierde un poco de fuerza y termina resultando algo anticlimática.

«Wicked: Por siempre» se ubica un par de escalones por debajo de su antecesora por no llegar a replicar ese nivel de épica. Incluso basta con recordar el final del largometraje anterior para darnos cuenta que esta propuesta va por un costado distinto, menos comprometido con el lucimiento musical y más con las actuaciones de sus protagonistas. Un film que no resulta tan bombástico y excesivo como el anterior y que continúa siendo entretenido a pesar de sus carencias. Una experiencia cinematográfica que probablemente divida aguas entre la crítica y los espectadores.

Puntaje:

 
 
 

Tráiler:

 
Martín Goniondzki

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