Crítica de “Chaco” de Ignacio Ragone, Juan Fernandez Gebauer y Ulises De La Orden (2017)

“Los criollos están avanzando sobre las comunidades y alambrando tierras que antes no tenias dueños” .

«Chaco» es un documental dirigido por Juan Fernández Gebauer, Ignacio Ragone, y Ulises de la Orden, filmado en Formosa, Chaco, Salta, Santiago del Estero, Buenos Aires, Bolivia y Paraguay. Cinco hombres de distintas comunidades originarias del Gran Chaco, a través de su propia vida, relatan la historia de lucha de su pueblo, desde la llegada de los primeros hombres blancos hasta el día de hoy.

“Nosotros también somos parte del país”, la voz de los olvidados, o mejor dicho de quienes son negados, aparecen en las comunidades indígenas de las zonas más postergadas. No es una novedad que durante más de cien años, criollos e indígenas convivieron en una incómoda vecindad, nadie parecía mostrar interés en regularizar una situación que se tornaba cada vez más difícil, donde ambos grupos competían por un mismo lugar, pero con distinta mirada.

Pueblo originarios tratando de rescatar sus raíces, su herencia astral, intentado recuperar su derecho a la conservación del medio ambiente, pero siempre siendo negada por aquellos que le arrebataron su lugar de manera brutal a base de sufrimientos, dolor y abusos de forma desmedida, donde se forjaron nuevas comunidades no precisamente de aquellos que de tiempos inmemoriales son los custodios de la tierra.

«Chaco» es un documental que pone el foco en esas injusticias y exterminio de quienes, de algún modo, las sufren aun hoy, siendo parte de una herencia cultural, como también un recorrido sobre sus raíces en la actualidad. Esto nace a partir de la palabra, de integrantes de los pueblos originarios qom, wichi y mocoví. Casi en su totalidad narrada en lengua qom, además se plasman acontecimientos puntuales de crueldad y brutalidad, mediante animación, dándole más énfasis al metraje, un recurso que permitió contar las principales masacres perpetradas a lo largo de la historia argentina de una manera directa y elocuente. Entre ellos encontramos el acontecimiento de octubre de 1947, donde dos mil indígenas fueron convocados por un sanador y cayeron en una trampa mortal: cientos fueron asesinados por la Gendarmería (Conocida como La masacre pilagá).

La cinta presenta buena fotografía, buen ritmo, se cuidan otros aspectos como la iluminación, el tratamiento del color, logrando las sensaciones que deben transmitir dicha crónica tan cruda.

Se resalta tanto pasado como presente del ultraje, maltrato y humillación que el Estado realizó contra estas comunidades. La historia blanca oculta, dicen ellos… los criollos llegaron y convirtieron muchas en tierras fiscales o fincas privadas. «Los que nos hicieron la guerra y robaron tierras son los encargados de repartir títulos de propiedad”. Se plasma de forma directa el conflicto por el suelo, la lucha por sus derechos, la ambición desmedida del criollo que arrasa con tierras y recursos, amparados bajo la norma de cierta titularidad. El repudio hacia los empresarios por su codicia, quienes les prohíben el equilibrio de la naturaleza, los están matando culturalmente. Ellos repiten El tigre sin monte no es tigre”.

En síntesis, la historia no solo da a conocer las atrocidades mencionadas anteriormente, sino que mediante estos testimonios busca evitar que la masacre siga ocurriendo. Quiere rescatar y conservar las culturas ancestrales para que tengan su acreditación formal de derechos y reconocimiento junto a sus lugares sagrados que buscan proteger no explotar. Un documental para generar consciencia. Los pueblos originarios son los mejores conservadores del medio ambiente.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Noelia Giacometto

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