Crítica de «El viento que arrasa» de Paula Hernández (2023)
Paula Hernández, quien realizó «Los Sonámbulos» (2019) y «Las Siamesas» (2020), es una directora que sabe moverse de manera natural y sutil por el drama familiar (a veces con tintes de comedia), ahondando en secretos ocultos y vínculos complejos. Este año vuelve para ofrecernos «El viento que arrasa», donde aborda nuevamente estos tópicos que tanto le interesan y tan bien le sientan.
«El viento que arrasa» se centra en John Pearson (Alfredo Castro, actor chileno conocido por films como «El Club», «Neruda», «La cordillera», «El suplente», entre otras), un reverendo, y su hija Leni (Almudena González), que se dedican a viajar de pueblo en pueblo predicando con su palabra y ayudando a las personas que lo necesitan. En medio del camino su auto se descompone y tienen que buscar el taller más cercano para arreglarlo y poder seguir a destino. Mientras que el reverendo se obsesiona con el hijo del mecánico con el objetivo de salvar su alma, Leni advierte que toda su vida estuvo controlada por su padre y que tal vez es momento de hacerle frente.
Basada en la novela homónima de Selva Almada, la película ahonda en temas como los vínculos familiares, la religión, la fe depositada en una persona, la oscuridad, las consecuencias de los actos, el destino y la causalidad, la vida de pueblo, el control, los mandatos sociales y familiares heredados. El relato se va construyendo poco a poco, con un ritmo pausado y lleno de tensión, que se centra principalmente en los diálogos entre los distintos personajes y en su forma de ser y comportarse. A medida que va avanzando la narración vamos conociendo un poco más sobre su pasado, la manera de vivir que llevan y cómo esta tiene distintos efectos en cada uno de ellos.
John Pearson posee humildad pero también tiene la confianza suficiente para creer que tiene la verdad revelada, que los demás necesitan de su ayuda y compasión. Sin embargo, no se da cuenta que su hija vive oprimida y dependiente de él, sin la capacidad de tener sueños o deseos propios. Esa puja entre ambas visiones y sentimientos va a estar latente como una olla a presión en todo momento y va a ir creciendo cada vez más. Tal vez, en su contra, no llega a explotar como uno lo espera y nos deja con un poco de ganas de más, pero igualmente el final resulta satisfactorio. Ambos actores, como también quienes hacen del mecánico y su hijo, están muy bien encarnados por el elenco.
Los aspectos técnicos también juegan un gran papel dentro del film. La historia no sería la misma si estuviera situada en otro lugar o en otro tiempo. La misma se enmarca en la década de los 90′ y va transitando por distintos pueblos argentinos, donde predomina el clima cálido, pesado, selvático, que provoca mayor cansancio, irritación y menor paciencia en los personajes. Además, si bien es una road movie, donde los protagonistas van de lugar A a lugar B, el corazón de la trama se posa en una sola locación, que les permite sacar a relucir sus penas, miserias y preocupaciones por estar estancados, tener tiempo suficiente para reflexionar y generar profundos lazos con desconocidos.
Por otro lado, también se nota la visión de la directora, con la elección de los planos y los colores, principalmente la presencia de un rojo llamativo en secuencias muy puntuales del film. Esas sutilezas de las cuales hablábamos al principio.
En síntesis, en «El viento que arrasa» Paula Hernández vuelve a ahondar en un drama familiar, esta vez con una mezcla particular de un universo arraigado a la religión y a la fe, pero igual de oprimido que en sus films anteriores. Una película que está en constante tensión y puja de sus personajes y que se sostiene tanto por el elenco como por el clima logrado.
Puntaje:
Tráiler:
Samantha Schuster