Crítica de «Saw X: El juego del miedo» de Kevin Greutert (2023)
Ya es súper conocida la historia de cómo en 2004 James Wan («El Conjuro», «La Noche del Demonio») adaptó un cortometraje que había coescrito y creado junto a Leigh Whannel («Upgrade», «El Hombre Invisible»), dando origen a una de las sagas de terror más exitosas de la actualidad. Ambos comenzaron sus respectivos caminos hacia el estrellato con este pequeño título, pero la saga seguiría a paso firme ya sin sus contribuciones en el proceso creativo. Esto ocasionó que aquella interesante fórmula del asesino serial que torturaba a sus víctimas a través de «juegos» retorcidos, mientras era buscado por la policía, comience a separarse de ese camino más de thriller policial que lo emparentaba con películas del estilo de «Pecados Capitales» (1995) para convertirse en el festival del gore, la violencia gráfica y ese subgénero que se fue poniendo de moda llamado llamado «Torture Porn» (porno tortura en español). Esto quizás venía como un reflejo (algo que es habitual con el terror) de lo que estaba pasando a nivel sociocultural y político en el mundo. El atentado del 11 de septiembre cambió el cine mainstream norteamericano y el terror comenzó a endurecerse.
Justamente lo que se perdió con las secuelas que vinieron después fue el costado más atractivo de la investigación y solo se hizo foco en la tortura. Esto fue en gran parte porque hubo una demanda del público, después de esa primera entrega que costó apenas 1.2 millones de dólares y recaudó más de 100 millones. Los espectadores querían ver a Jigsaw hacer de las suyas una vez al año en la época de Halloween. De hecho, entre 2004 y 2010 hubo una película de «Saw» por año lo cual terminó causando un agotamiento y una tremenda falta de ideas para mantener vigente la franquicia.
Lo que originalmente había sido planteado como una trilogía, con incluso la muerte del asesino en la tercera entrega, terminó dando 9 películas y un reboot fallido con Chris Rock, que acabó siendo más malogrado que las secuelas que se construían a base de copycats, sadismo cada vez más exacerbado y flashbacks poco motivados que dañaban la poca línea argumental que construían los relatos.
Es por ello que una décima entrega de la saga no parecía una buena idea y solo el tiempo dirá si lo fue. No obstante, sí podemos afirmar que a diferencia de las películas 4 a 9, tiene una búsqueda que la distingue, tanto desde lo que quiere contar como desde sus protagonistas e incluso desde lo que sería «la vuelta de tuerca» del final que logra levemente sorprender (algo que no pasaba desde la segunda película).
El largometraje se sitúa entre los acontecimientos de «El Juego del miedo 1» (2004) y el «El Juego del Miedo 2» (2005), algo muy característico de las películas de terror, esa manía de toquetear las líneas temporales con precuelas, historias intermedias y otras tantas cuestiones. Y si bien no hacen nada para rejuvenecer a Tobin Bell habiendo pasado 19 años, se agradece que tampoco hayan optado por hacer uso de ese espantoso CGI que se pueden ver en varios de los tanques actuales como por ejemplo «Indiana Jones y el Dial del Destino». En fin, la historia se enfoca en John Kramer (Tobin Bell) bastante desesperado con su condición de enfermo terminal, y tras visitar un grupo de autoayuda para pacientes con cáncer, un compañero le pasa el dato de un tratamiento experimental, que lo llevó a entrar en una completa remisión. John, parece decidido a probar cualquier alternativa que le dé mayor esperanza de vida. Sin embargo, toda la operación resulta ser un fraude para engañar a aquellos más vulnerables. Lleno de rabia y en busca de venganza, John retomará su trabajo como asesino en serie. Bajo la atenta mirada de Jigsaw, los jóvenes estafadores se enfrentarán a las trampas más ingeniosas, mortales y tortuosas en un visceral y despiadado juego.
«Saw X: El Juego del Miedo» apuesta por hacer cosas diferentes por más que no siempre le salga bien. La primera media hora está más enfocada en el drama de su protagonista y su enfermedad terminal, tratando de ver positivamente al mundo ante la posibilidad de conseguir tiempo (algo esencial en la saga y en sus víctimas ya que les limita el mismo para darles la «oportunidad» de «redimirse»). No faltarán momentos involuntariamente graciosos como un Jigsaw dibujando en un parque esperanzado por la operación, tachando su cuaderno con trampas o la llegada de Kramer a México, y todos los clichés habidos y por haber, empezando por el look amarillento que le dan los norteamericanos a su país vecino desde la fotografía, un español muy precario por parte del actor principal y varios estereotipos que se le otorgan a los personajes latinos.
Luego de esa media hora inicial, comenzará el habitual show de sangre y desmembramiento donde los juegos serán seguidos de cerca por John y su discípula, Amanda (Shawnee Smith), y llegando al final arranca algo interesante que es la inversión de los roles de torturador/torturado, como resultado de este pasional seguimiento desde cerca de la dupla de homicidas ante estos estafadores.
Al mismo tiempo, los flashbacks están un poco más justificados que en las ultimas 6 películas y no arruinan los giros, sino que brindan mayor información. En definitiva, «Saw X: El Juego del Miedo» no aportará demasiado al universo construido a lo largo de estos casi 20 años, y seguirá contando con algunos momentos risibles, pero sí goza de un enfoque diferente a nivel historia y de algunos pasajes bastante logrados. Se nota que no hay mucha más tela para explotar en este universo y que la franquicia solo funciona con John Kramer. Esta decima entrega se mantiene como un relato entretenido para los fans de la saga, lo cual teniendo en cuenta sus últimas entregas, no es poca cosa.
Puntaje:
Tráiler:
Martín Goniondzki