Crítica de «El Bonaerense» de Pablo Trapero (2002)
Tras su debut cinematográfico con «Mundo Grúa» en 1999, Pablo Trapero realizó su segundo largometraje, considerado como uno de sus mejores films y que le valió varias nominaciones y algunos premios internacionales.
«El Bonaerense» sigue a Enrique Orlando Mendoza, alias «Zapa», un humilde cerrajero de un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires. Un día su jefe, El Polaco, lo manda a abrir una caja fuerte, algo que, a pesar de que era habitual en las tareas del protagonista, lo va a meter en un problema. Al día siguiente Zapa es detenido y acusado como responsable de un robo. Con la suerte de tener un tío que fue un respetado policía bonaerense, y que ahora está retirado, logra evitar la cárcel y es enviado al Gran Buenos Aires para ser un aspirante a agente de la policía bonaerense. Su inocencia del pueblo rápidamente se verá transformada por un contexto hostil con el cual deberá aprender a convivir para salir adelante.
Sin haber visto previamente la ópera prima del director, «El Bonaerense» marca bastante el camino por el cual transitaría Trapero durante su sólida trayectoria: un cine que busca reflejar la marginalidad argentina al mismo tiempo que critica las injusticias y los malos manejos en los distintos sistemas sociales.
Particularmente, «El Bonaerense» se va a adentrar en el mundo de la policía bonaerense. Desde el inicio se plantea a este trabajo como una fácil, rápida y adecuada salida laboral, que le brinda cierta autoridad, prestigio y poder a la persona que lo lleva adelante, más que como una vocación de servicio y de querer proteger a los demás, por lo menos en este escueto grupo de personajes que se nos presentan. Es así como se muestran también los malos tratos a quienes recién comienzan con su carrera y las injustas relaciones que se dan entre los distintos rangos policiales. A medida que se desarrolla la historia, se empieza a vislumbrar, además, la corrupción que existe alrededor, donde es difícil mantenerse ajeno a esa situación si se quiere progresar.
La película maneja un ritmo pausado pero punzante. Mientras avanza el relato se va volviendo cada vez más intenso y va mostrando la transformación del protagonista, desde un joven inocente que se vio envuelto en una situación injusta y compleja hasta convertirse en uno más del montón; un hombre corrompido por la fuerza, los excesos y la impunidad. En este sentido debemos destacar la labor de Jorge Román como Zapa, para plasmar de manera lograda ese cambio de actitud. No solo se lo ve en sus acciones, sino también en el trato que le da a sus vínculos de amistad y amorosos, por ejemplo, el que entabla con una profesora (Mimí Ardú), que acaba siendo bastante violento y tormentoso. Ya no es el mismo de antes, pero también conserva ciertos límites que le terminarán explotando en la cara.
La forma en la que se retrata el Gran Buenos Aires está muy bien realizada, convirtiendo al paisaje en un personaje más. La gran cantidad de vehículos y personas que transitan diariamente por aquellas calles muestra el caos y la inseguridad reinante de esa época; algo con lo que van a tener que lidiar los policías constantemente y que los va a terminar transformando.
En síntesis, «El Bonaerense» es una película que busca abordar el universo de la policía bonaerense, plasmando todas sus aristas: la rapidez de su formación, los malos tratos entre el personal y para con los detenidos, la corrupción y los negocios que se van armando a su alrededor. Un film con un ritmo lento pero intenso que muestra la transformación del protagonista con pericia e intriga.
Puntaje:
Tráiler:
Samantha Schuster

