Crítica de «El Cuervo» de Rupert Sanders (2024)
En 1989, James O’Barr publicó el cómic de «El Cuervo», una especie de antihéroe con un trasfondo sobrenatural, el cual fue inspirado de alguna forma en la pérdida que sufrió de su prometida a manos de un conductor borracho. El cómic de carácter independiente fue un verdadero éxito y al poco tiempo fue llevado a la pantalla grande por Alex Proyas («Ciudad en Tinieblas», «Yo Robot», «Cuenta Regresiva») con Brandon Lee componiendo al personaje del título. Como es de público conocimiento, el film de 1994 significó el último film del hijo de Bruce Lee, ya que en medio de la filmación el intérprete fue accidentalmente herido de muerte por un arma de utilería cuyas balas no habían sido tratas correctamente. Más allá del fatídico destino de Brandon, la película fue un éxito tanto de público como de crítica, donde se destacó la atmósfera gótica, las secuencias de acción, los efectos visuales y la performance del protagonista.
Tal fue el éxito de la primera adaptación que con el correr de los años tuvo 3 secuelas bastante olvidables que no pudieron replicar el suceso del film original. Desde hace un par de años que se venía hablando de una especie de reboot o nueva adaptación del cómic de O’Barr, y 2024 terminó siendo el año de la vuelta del querido personaje de las viñetas a la pantalla grande.
El largometraje busca darle una vuelta «moderna» a la historia del cómic, contando cómo Eric Draven (Bill Skarsgård) y Shelly Webster (FKA Twigs) se conocen en una clínica de rehabilitación y se enamoran. Shelly termina en dicha institución para escapar de un grupo de criminales que la andan buscando por un video comprometedor. Dichos criminales la siguen hasta el lugar y la joven pareja decide escapar. Ambos son brutalmente asesinados por aquellos demonios del oscuro pasado que los acechaban, pero Eric retorna al mundo de los vivos con la posibilidad de sacrificarse en pos de salvar a su verdadero amor. Para ello deberá vengarse despiadadamente de sus asesinos moviéndose entre el mundo de los vivos y de los muertos guiados por un cuervo.
Si bien había un montón de potencial con Skarsgård como el personaje principal y Sanders que venía de hacer un trabajo decente con la adaptación live action de «Ghost in the Shell» (2017), el resultado es bastante fallido y anodino. Quizás el principal problema es que se le da demasiado tiempo de pantalla y desarrollo al noviazgo tanto que la película parece más una especie de drama romántico con tintes fantásticos al estilo de «Crepúsculo» (2008), más que una película de un antihéroe caído en la oscuridad de la venganza. A no confundir, hay un desquite que tendrá lugar y mucha violencia gráfica, pero no solo tarda en llegar, sino que solamente podemos contar una gran secuencia de acción en todo el film que encima tiene algunos problemas de montaje. El CGI y toda la puesta en escena del mundo fantástico (especialmente cuando Draven se encuentra en el mundo de los muertos) se ve un poco exacerbada y deslucida.
Skarsgard hace lo que puede con un guion flojo que presenta varios cambios con respecto a cómo son asesinados la pareja protagónica tanto en las viñetas como en la película de 1994 y a FKA Twigs se la nota un tanto perdida y en otra sintonía que no termina de cuadrar para generar química con su partenaire. Por otro lado, la escasa acción resulta derivativa e incluso visualmente poco interesante.
Tampoco se entienden algunas decisiones sobre cómo está articulado el relato, con ese comienzo y secuencia de títulos que parecen salidos de una serie de TV, haciendo que la experiencia termine siendo poco cinematográfica en términos generales.
En síntesis, «El Cuervo» resulta una aproximación al material de James O’Barr deslucida, que a pesar de algunos pasajes entretenidos tiene poco que ofrecerle al super explotado subgénero de adaptaciones comiqueras.
Puntaje:
Martín Goniondzki