«Black Sabbath»: Una guía al cine de Mario Bava
Estando tan cerca de Halloween como del reciente fallecimiento de Ozzy Osbourne nos brinda la excusa perfecta para hablar de la obra del director italiano que capturó la imaginación de la banda homónima e inspiró a las siguientes generaciones de cineastas fanáticos del cine de terror: «Black Sabbath», del enorme maestro Mario Bava. El visionario italiano es uno de esos genios que hoy en día se recuerdan más por su influencia posterior, en gran parte por ser mentor del popularizador del giallo Dario Argento aunque también por supuesto por trascender a otros medios dándole nombre a la banda inglesa que creó el Metal. «Nos sorprendió cuanta gente hacía fila para asustarse», comentó el bajista Geezer Butler y esa vía comercial que crearon en la música para lo aterrador ya para obvia en un cine actual en el que las carteleras se sostienen a base de tantos mini éxitos de terror entre los contados tanques y blockbusters. Mario hizo gran parte de su carrera como director de fotografía encontrando éxito entre otras cosas por su trabajo en las películas de terror de Riccardo Freda, aunque lo que más destaca es el virtuosismo visual que lograba cuando pasó a la silla de director. Porque no importa cuánta agua ha pasado bajo el puente del séptimo arte, lo especial del cine de Bava se mantiene particular y único aún estando a medio siglo de distancia.
La película «Black Sabbath» no fue su ópera prima, pero es innegablemente la mejor vía de entrada a una de las mejores filmografías de terror. Una antología que se divide en tres historias inconexas entre sí, presentadas por un Boris Karloff que además protagoniza la segunda de ellas. La primera se centra en una muchacha que empieza a recibir llamadas amenazantes cuando su ex pareja escapa de la cárcel, influencia clara e innegable de por ejemplo las «Scream» de Wes Craven. El segundo relato se trata de Wurdulak, mostrando el mito de vampiros que proviene de Europa del Este en el que se regresa de los muertos para matar a aquellos a quien uno más amaba; en este caso será Karloff quién regresará a su familia mientras ellos se encuentran inseguros de si realmente ha vuelto convertido o no en un temible Wurdulak. El tercero y último ya es más colorido, casi al estilo Cuentos de la Cripta: la cuidadora de una señora mayor prepara su cuerpo para el funeral no sin antes sacarle un enorme anillo por el que seguramente valga la pena incluso volver de la tumba. Todos ellos bastante divertidos y aterradores de formas muy diferentes, haciendo que sea la mejor introducción a las posteriores películas que uno podría disfrutar de la obra de Bava.
Si uno disfrutó más del ligero y sangriento thriller del primer relato los films de Bava a recomendar pasan a ser «La chica que sabía demasiado», sobre una fanática de libros de terror que se topa con un asesinato que podría haber ocurrido solo en su cabeza, o «Blood and Black Lace», quizás el primer y más esencial giallo gracias a su mezcla de thriller sangriento, erotismo y colores estridentes al mostrar un asesino serial desatado en el mundo de la alta costura italiana. También hay algunos grandes trabajos menos conocidos para explorar si preferiste ese tipo de historia, como «Five Dolls for an August Moon» o la siempre sorprendente «A Bay of Blood». Ambos básicamente slashers sobre grupos de conocidos o desconocidos reunidos en un lugar para ser asesinados, el primero más pochoclero mientras que el último resultó de mal gusto hasta que directores como Tarantino lo apuntaron como una peli excepcional.
Ahora, si los atrapó especialmente del horror atmosférico de época más lento pero teatral de la segunda trama entonces las recomendaciones son más puntuales. Su ópera prima «Black Sunday» («La Máscara del Demonio») es considerada una de sus mejores obras, trasladándonos a un cuento de terror medieval en blanco y negro con romances imposibles, maldiciones que acechan generaciones y una bruja ansiosa por volver a la vida. Ese romanticismo maldito tan gótico es lo que une todas esas recomendaciones a lo Wurdulak, y no hay otro ejemplo mejor que «The Whip and the Body»: una novela romántica a lo Jane Austen intervenida por muerte y venganza, además de atracciones mucho más carnales que las que ha podido conjurar el género desde «50 Sombras de Gray».
Finalmente si te cautivo más la tercera historia sobre la tortura mental de temerle a lo sobrenatural, podemos ofrecerte alguna de las propuestas más coloridas de Bava. «Kill, Baby, Kill» es probablemente otra de las huellas más indelebles que dejó directamente el bueno de Mario en la historia del cine, siendo imitada y fuerte influencia de genios de la talla de Fellini, Scorsese y David Lynch. La misma trata de un pueblo remoto viviendo aterrorizados por el fantasma de una niña que mata a gusto y piacere. Otra del maestro es «Lisa and the Devil», con una trama escueta que sostiene la locura de sus usuales secuencias lisérgicas como en tantas otras de sus pelis esta vez al casi al punto de la risa involuntaria (en el mejor de los sentidos). Aunque es su última película la recomendación más interesante, con un estilo bastante similar a lo que su protegido Argento terminaría formando en su laureada carrera: «Shock»; cinta en la que una joven madre regresa a vivir a una casa que parece estar embrujada por el pasado que compartieron con el hombre que reemplazó con su nuevo esposo.
Aunque hagamos todo este esfuerzo resulta indudable que la obra de un artista tan importante y particular como Bava va a trascender cualquier intento por contenerla en pocos ejemplos. Algunas recomendaciones que quedan fuera de la clasificación que nos regala «Black Sabbath» igualmente merecen menciones destacadas, como por ejemplo la película que sirvió como inspiración y base no solo de «Alien» de Ridley Scott sino también la serie original de «Star Trek»: «El Planeta de los Vampiros». Otra obra que marcó el camino para un cine que estaba muy adelantado a su época fue «Danger: Diabolik», una adaptación del famoso antihéroe de fumetti (historietas italianas) que al día de hoy tiene nuevas películas que aunque super estilizadas no compiten a la hora de crear un tono tan particular. Es innegable que cineastas adictos a la vertiginosidad visual como Sam Raimi o Edgar Wright han sacado mucho de la «Diabolik» de Bava. Más atrás hablamos del último largometraje de Bava pero la particularidad de la industria italiana es que el cine se suele llevar en la sangre, por lo que su hijo Lamberto (también director destacado) completó una obra que había quedado por muy poco incompleta. Lo particular de «Rabid Dogs» no es solo que denota la inventiva visual y narrativa de Mario Bava aún siendo una de sus obras más simples o realistas, sino que aún estrenándose casi dos décadas luego de su muerte es realmente una experiencia que se siente a gusto en el cine noventoso que Tarantino ya había marcado como la década de las películas irreverentes sobre criminales violentos. En este caso un thriller en tiempo real sobre unos ladrones que secuestran a un padre que estaba llevando al hospital a su hijo.
Mario Bava tiene una de las filmografías más eclécticas e interesantes del cine europeo, siendo además un genio cuya visión en casi todos los géneros que tocó se sienten adelantados incluso hasta el día de hoy. En toda esta nota dejamos afuera varios trabajos de westerns y cine de época que fue realizando, en parte porque se tratan de éxitos más cómodos para la taquilla de aquellos tiempos pero también porque para Bava casi que daba igual cuál era el tipo de historia que estaba contando: Mario se encargaba de retratar de la forma más interesante, novedosa e impactante, historias que muchos otros descartaban por considerarlas o aburridas o demasiado «entretenidas» como para funcionar. Tema aparte sus comedias, que no pueden recomendarse ni siquiera a sus fanáticos por ser obra de un humor italiano incluso decadente para la década de los 60s. Pero bueno: incluso los genios tienen pasos en falso.
Leandro Porcelli
