Crítica de «Benedetta» de Paul Verhoeven (2021)

Paul Verhoeven, el director neerlandés de 83 años, responsable de una amplia y heterogénea cantidad de películas entre las que pueden destacarse «Robocop» (1987), «Total Recall» (1990), «Basic Instincts» (1992), «Starship Troopers» y «Elle» (2016), entre tantas otras, nos ofrece su más reciente trabajo, que como era de esperarse sigue las líneas de su antecesora, reflexionando sobre ciertas cuestiones, pero siempre con una mirada particular donde prima el comentario social, la polémica y una narrativa tan poderosa como arrolladora.

Además de seguir la línea de relatos sumamente interesantes que nos ofrece Verhoeven, «Benedetta» parece ser una especie de acto de resistencia cinematográfico, que demuestra que todavía se pueden realizar películas complejas, atractivas, cargadas de varias capas de interpretación, sin temor a la controversia o las repercusiones dentro del ámbito audiovisual. Obviamente que esto es solo posible para un director de renombre que está más allá del bien y del mal, un artista que después de ser vapuleado por «Showgirls» (1995), film que ahora posee un status de culto, pudo seguir inmerso dentro de una industria en decadencia por algunos años más, contribuyendo a un corpus de obra bastante ecléctico y personal donde siempre había lugar para el comentario social sobre temas coyunturales. Después de haberse alejado de Hollywood pudo volver a demostrar su talento con trabajos como «The Black Book» (2006) y la más reciente y ya mencionada «Elle» con una actuación formidable de Isabelle Huppert.

Igualmente, cabe destacar que no es sencillo financiar este tipo de películas, y sino basta con ver la enorme cantidad de casas productoras, organismos estatales, canales de TV y demás entidades que coprodujeron e hicieron posible Benedetta. El largometraje es una adaptación libre de la novela «Immodest Acts: The Life of a Lesbian Nun in Renaissance Italy (Studies in the History of Sexuality)» de Judith C. Brown, la cual gira entorno a la figura real de Benedetta Carlini, una monja que residía en el convento de Pescia en Italia durante el siglo XVII. Benedetta (Virginie Efira), desde una edad temprana parece estar convencida de que tiene una conexión espiritual muy fuerte que la hace capaz de realizar milagros. ¿Una conexión fuerte o una extrema habilidad para manipular a las personas? Sus padres deciden anotar a la pequeña Benedetta en un convento en Pescia, liderado por la hermana Felicita (la genial Charlotte Rampling), una mujer bastante inescrupulosa que parece estar más interesada en llevar dinero a su convento más que en mostrarle los caminos de la fe a sus discípulas. Allí veremos como a lo largo de su crecimiento, Benedetta va moldeando su personalidad y su forma de desenvolverse en el marco religioso, mostrando una extrema curiosidad que para algunos es algo repudiable por lo cual la empiezan a tildar como una mentirosa y blasfema. Asimismo, cuando ella comienza a tener visiones con Jesús y recibir marcas en su cuerpo, algunos enseguida la quieren santificar mientras que otros piensan que la mujer se encuentra en una especie de delirio místico. La situación se complejiza incluso más cuando al convento llega una chica joven llamada Bartolomea (Daphne Patakia), rescatada de un padre abusador, llena de lastimaduras y moretones. Ambas sentirán una profunda curiosidad por la otra y de esta forma comienzan una relación amorosa en los pasillos del convento.

El film resulta ser una especie de mezcla entre drama histórico y thriller erótico que recuerda mucho al Nunsploitation o a las películas pertenecientes al Nusty Nun, desenvolviéndose en una cornisa, donde Verhoeven hábilmente sale airoso. El director construye una película provocativa, con cierto dejo de ironía (especialmente en las visiones amorosas de Benedetta con Jesús), pero también volcándose hacia un costado más serio donde habla sobre la peligrosidad de la fe ciega, los fines poco altruistas y materiales de las altas esferas del clero, así como también sobre la libertad y la sexualidad femenina restringida por los mecanismos de la culpa y la vergüenza impulsados por las religiones.

Lo interesante es que el director holandés evita caer en la transgresión gratuita, y su provocación pasa más por una narrativa calculada, donde hay personajes con fuertes convicciones que chocan entre sí, dicotomías y posturas contradictorias incluso dentro de la misma Iglesia y varias cuestiones más que enriquecen y complejizan la trama. Por otro lado, se puede pensar al opus de Verhoeven como una obra que pueda llegar a generar detractores dentro de bandos opuestos, por diversos motivos, ya sean progresistas y conservadores, y una obra que pueda provocar tantos sentimientos contrapuestos o disímiles es algo para destacar en esta época de letargo dentro del ámbito cinematográfico.

«Benedetta» es un film sumamente transgresor, relevante y significativo, que sigue en la línea discursiva de lo que nos venia mostrando Verhoeven y también en su mismo nivel de provocación. Una película inteligente, reflexiva, incómoda que nos recuerda que el cine no solo es entretenimiento (que igualmente la película entretiene por sus formas y su irreverencia) sino también todo lo otro que nos invita a mirar un poco más allá de la superficie.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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