Crítica de «Glass Onion» de Rian Johnson (2022)
Con las recientes adaptaciones cinematográficas de las novelas de Agatha Christie de la mano de Kenneth Branagh con «Murder on the Orient Express» (2017) y su secuela «Death on the Nile» (2022), la exitosa «Knives Out» (2019), la reciente «See How They Run» (2022) y algunas propuestas televisivas como «Only Murders in The Building» (2021 -), «The Afterparty» (2022), entre otras, el famoso y clásico estilo de relato detectivesco conocido como «whodunnit», en el que hay que descubrir quién es el asesino, parece haber vuelto a estar en primera plana. Por ello, es de esperar varias propuestas similares o incluso secuelas de las que iniciaron toda esta fiebre por el género.
«Glass Onion», estrenada la semana pasada en Netflix, es la segunda parte (o un nuevo capítulo en realidad), de las aventuras de Benoit Blanc, un detective en la tradición del famoso Hercules Poirot creado por Agatha Christie, que protagonizó la película de Rian Johnson. Esta nueva aventura parece ser una de las varias planeadas por el director de «Looper» y «Star Wars: The last Jedi», junto a la plataforma de la N roja que llegarán en los próximos años.
Nuevamente nos encontramos con varios personajes como sospechosos de un asesinato y al detective en el medio tratando de armar el rompecabezas antes de que sea demasiado tarde. En esta oportunidad, Benoit Blanc (repite papel el genial Daniel Craig) es llamado por un multimillonario llamado Miles Bron (Edward Norton) a pasar un fin de semana en su isla privada junto a varios amigos de esta especie de gurú tecnológico (una crítica no muy sutil a Elon Musk y Mark Zuckerberg). Repentinamente y dentro de un clima festivo, aparece alguien muerto y Blanc deberá desentrañar el misterio.
Siguiendo la línea de las novelas de Agatha Christie, y apelando una vez más al humor y a la parodia, Johnson parece estar cada vez más cómodo con su personaje protagónico, su forma de razonar y la de ir gestando el misterio y los mecanismos del mismo. Al igual que en «Knives Out» que planteaba un primer punto de giro sorprendente que cambiaba las reglas del juego, acá realiza un movimiento similar al incluir dos puntos de vista diferentes en los primeros dos actos antes de la llegada al tercero donde se encamina todo hacia una resolución algo esperable, pero con un desarrollo interesante que terminará de convencer al espectador.
Simultáneamente, Johnson se tomará su tiempo para hacer su crítica social a ciertos sectores de la sociedad norteamericana por el medio de un grupo variopinto de odiosos personajes como lo son tanto Miles Bron como sus allegados, compuestos por Birdie Jay (Kate Hudson), una ex modelo que ahora ostenta su línea de ropa pero que también fue cancelada por varios dichos y acciones desafortunadas, su asistente Peg (Jessica Henwick); Lionel Toussaint (Leslie Odom Jr.), un científico que se vende al mejor postor; Duke Cody (Dave Bautista), un influencer y streamer que ataca al feminismo en las redes y defiende «los derechos de los hombres» en Twitch, Whiskey (Madelyn Cline) la joven novia de Duke; la política Claire Debella (Kathryn Hahn), actual gobernadora de Connecticut que parece estar envuelta en algunas cuestiones turbias; y Cassandra Brand (Janelle Monáe), más conocida como Andi, que al principio fue socia de Miles en sus inicios, pero luego fue traicionada y estafada por el millonario.
Esta secuela de «Knives Out» tiene un puñado de buenas ideas, un guion que por ahí no está tan pulido como el de la primera película pero que igualmente guarda ciertos pasajes para la sorpresa del espectador y ciertos momentos atrapantes. Probablemente, no reinvente o le dé un lavado de cara al whodunnit desde lo argumental, pero sí se presenta de forma sólida, estilizada y con una puesta en escena y un estilo visual sorprendente (algo que no había logrado Kenneth Branagh con sus películas del detective belga) así como también trayendo cuestiones de coyuntura para aggiornar las temáticas en juego.
Todo esto no hubiera sido posible sin el minucioso (con sus aciertos y sus fallas) trabajo de guion del propio Johnson, así como también el compromiso del elenco que se lo ve intensamente compenetrado con la historia. Nuevamente Craig brilla como el detective y es muy bien secundado por Norton y compañía.
En los apartados técnicos cabe destacar la exquisita fotografía de Steve Yedlin (habitual colaborador de Rian Johnson) y su diseño de producción que juega con una estética anacrónica donde se mezclan vestuarios y decorados con un contexto/entorno moderno.
«Glass Onion» es un film entretenido y disfrutable que, al igual que a la cebolla de cristal a la que hace referencia el título, está llena de capas, lecturas y cuestiones que rodean al misterio que parecen evidentes y transparentes, pero funcionan a modo de trampa y despiste para que el espectador acompañe al protagonista buscando la vuelta ingeniosa y precisa que envuelve a la incógnita principal. Una nueva aventura que probablemente no supere a la original pero que comprende una digna adición a las aventuras de Benoit Blanc.
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Martín Goniondzki