Crítica de “Seven” de David Fincher (1996)

David Mills es un detective de homicidios que, quién sabe motivado por qué razones (quizás la necesidad de sentirse realizado como investigador), pide el traslado a una nueva ciudad en la cual se puedan requerir sus servicios. No podía elegir otro sitio tan malo, y menos imaginarse que ésa sería la peor elección de su vida.

Estamos hablando de “Seven”, aparentemente un clásico thriller, una buddy-movie (películas de colegas), en la que dos policías de distintas edades, razas y comportamientos, intentan descubrir a un asesino serial empeñado en limpiar el mundo de pecadores. Pero si uno se para a reflexionar sobre la cinta, después de verla, -mientras la estás viendo lo único que podes hacer es dejarte envolver por ella-, te das cuenta de que es algo mucho más complejo.

Visualmente parece un heredero maldito de “Blade Runner”. Llueve eternamente en esa ciudad sin nombre, sin horizonte, en el que los policías son como Deckard y el asesino una especie de replicante con discurso moral. El trabajo que Darius Khondji ha hecho con la fotografía es espectacular. No es exactamente un color tratado como el blanco y negro, es algo más sucio, más oscuro, más húmedo. Como la propia historia, que a su vez recuerda a ciertas tramas parecidas, especialmente a “El silencio de los corderos” con la que guarda similitudes de horror.

Tenemos como protagonistas a Brad Pitt (a quien podemos recordar en films como “El club de la pelea” o “Bastardos sin gloria”) como David Mills, quien hace un trabajo excelente; y a Morgan Freeman, quien también interpretó en otras oportunidades a una especie de investigador, en películas como “Lucy” o “Los ilusionistas”.

En cuanto al guion, podemos observar grandes giros en la película, gracias al trabajo de un director que se lo puede definir como una mente maestra. Con diez excepcionales largometrajes (entre los que destacamos “Zodíaco”) y dos series de televisión, después de su debut, Fincher continúa estando a la vanguardia de la narrativa audiovisual. Una posición que se ha ganado a pulso, haciendo gala de una inteligencia, una obsesión por el detalle y una serie de técnicas que, además, lo han hecho trascender ya no sólo como realizador, sino como un autor en mayúsculas.

En síntesis, “Seven” es una obra increíble del séptimo arte. No hay palabras ni adjetivos para describir este film, ya que está lleno de todo lo que una persona fanática de un thriller psicológico puede desear.

Puntaje: 

Tráiler:

 

Luciano Cardozo

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