«Love»: Arribo a la madurez emocional
Luego de dos estupendas temporadas, “Love” encara la recta final para mostrarnos una conclusión del viaje que emprendieron Mickey (Gillian Jacobs) y Gus (Paul Rust) dos años atrás. Como bien habíamos tratado anteriormente, la serie nos da un vistazo entretenido a las relaciones afectivas a medida que uno transita los 30 años de edad. Lo atractivo de la propuesta producida por Judd Apatow (“Virgen a los 40”, “Ligeramente Embarazada”) pasa por la honestidad y el realismo con el que son tratadas las situaciones cotidianas que viven estos treintañeros y su grupo de amigos.
Como en cada relación personal, se discutirán cuestiones vinculadas a problemas de inmadurez emocional, compromiso y otras yerbas intrínsecas a la irracionalidad y a la idiosincrasia del ser humano.
En esta temporada nos encontraremos con un “sinceramiento” y una sobriedad sólida de Mickey mientras que Gus irá por el camino contrario. Se da una interesante inversión de roles donde tendremos a una Mickey más madura y comprometida en la relación que Gus. ¿La justificación? Un buen pasar en el ámbito profesional/laboral del personaje de Jacobs y una decadencia en el trabajo del protagonista. Nuevamente, vemos cómo una gran sensibilidad y estudio de los vínculos afectuosos fue necesaria para crear un verosímil cambio de roles.
Jacobs y Rust vuelven a mostrar la excelente química que tienen sus personajes, y en esta ocasión pudimos ver un crecimiento y/o interés en varios papeles secundarios. Bertie (Claudia O’Doherty) y Chris (Chris Witaske) comenzaron a tener roles más desarrollados y tridimensionales que en las temporadas pasadas, logrando aportar otro aspecto de las complejas relaciones de pareja.
El fuerte de la serie radica en su frescura, simpleza y en un elaborado guion que se nutre del desarrollo de los personajes y las hilarantes circunstancias que se van produciendo capítulo a capítulo. Quizás, en esta temporada hay líneas argumentales que se dejan de lado o conflictos que se abren en un episodio y no se continúan en el siguiente y esto es algo que resulta beneficioso también para la trama. El amor es pasional, errático, imprevisible, caprichoso y muchas veces ambivalente por lo que no es necesario presenciar todos los estadios por lo que circula el dúo protagónico, sino que muchos temas pueden ser tratados fuera de campo o en momentos que no se muestran en pantalla. Una suerte de resolución a “puertas cerradas” donde la pareja puede abordar sus cuestiones íntimas sin la necesidad de que terceros (en este caso los espectadores) sean testigos de los hechos.
Algo en lo que profundiza esta entrega tiene que ver con los esfuerzos de las parejas para mejorar la comunicación. Por otro lado, también se encarga de ahondar en el paso de una relación de algo casual a algo un poco más serio, logrando establecer algunas preguntas comunes que se hacen los pares cuando van avanzando en sus vínculos (asuntos como mudarse juntos, casarse, pensar en tener hijos, etc.)
“Love” es de esas series que son mucho más complejas de lo que aparentan. Los seres humanos estamos compuestos de varios comportamientos enigmáticos e impredecibles, así como también de ciertas dosis de irracionalidad. Eso es lo que busca generar esta producción, una complejidad escondida bajo ese halo de aparente sencillez. De esta forma, logra evitar los lugares comunes de las comedias románticas para poder hacer un análisis más exhaustivo de las relaciones.
¿Qué le depara a esta joven pareja en el futuro según lo visto en la serie? Un destino incierto como en la vida. No obstante, el panorama es alentador ya que como en la existencia misma, el amor nos convence de hacer la vista gorda a ciertos detalles para disfrutar de ese sentimiento inmotivado e injustificado que nos rodea y golpea como un rayo.
Judd Apatow nos deleita una vez más con una propuesta entretenida, emotiva y cargada de sensibilidad.
Tráiler:
Martín Goniondzki
