CINE

Semana de Cine de Cannes 2018: “Climax” de Gaspar Noé (2018)

Gracias a la 10ma Semana de Cannes organizada en Buenos Aires tuvimos el gusto de ver en la gran pantalla lo último del siempre polemico vanguardista Gaspar Noé. Lo cual significa no solo una experiencia visual, sino un deleite sonoro de la mano de Daft Punk, Giorgio Moroder y tantos otros artistas de la escena electronica internacional. En Cannes la película se llevó el premio Art Cinema en la Quincena de Directores, aunque, como suele suceder con sus producciones, ninguna recepción es valida para tener idea si un film de Noé va a gustarte o no. Una película de Gaspar Noé es controversial desde su incepción, por lo que siempre es un placer hacer oidos sordos a sus fervientes críticos para dejarse atrapar en el mundo de sudorosas sensaciones que hace ya un tiempo propone el cineasta argentino robado por Francia.

En este caso, la trama nos coloca en el último ensayo de un ensamble de bailarines formado recientemente para mañana mismo partir hacia una gira internacional por Francia y Estados Unidos. Para celebrar, será una noche en que los jóvenes cederán ante sus excesos: drogas, sexo, violencia y, por supuesto, baile. Para aquellos familiarizados con la filmografía de Noé, este es un trabajo mucho más cercano a la experiencia de Enter The Void que a las más sostenidas en una narrativa puntual, como Irreversible o Love.

Como no podía ser de otra manera, y muy acorde a su propia historia, el film abre de forma apenas poco ortodoxa pero que rapidamente desciende en excesos. ¿Empezamos con entrevistas? 10 minutos de entrevistas. ¿Vemos la coreografia practicada? En su totalidad y sin cortes. Para un director que hizo de los planos largos su agua y pan, cabe destacar que encuentra en esta historia una particular forma de que su estilo se sienta la opción definitiva para esta singular narrativa. La repetición estilística que por momentos acompaña los largos planos que se van alternando, rápidamente crean una estabilidad en la que incorporamos todo lo que tienen para decir sus personajes. Una vez que no queda nada más por saber es cuando comienza el descenso en el caos.

Si los planos secuencia son su pan y agua, los giros de cámara y la abrumadora banda sonora electrónica son sus cubiertos. Todos los bailarines fueron víctimas de un bromista, y lo que en cualquier otro momento podía ser un mal viaje colectivo va a terminar convirtiéndose en una velada fatídica. «Climax» podría resultar un arma de destrucción masiva si llegara a las manos de padres y religiosos intentando desalentar el uso de drogas. Noé nos embarca con su particular estilo en la cabeza de los personajes, en estado de histeria y locura de la que no pueden escapar. Su sello verdaderamente va como anillo al dedo a esta experiencia, y es que no es muy dificil decir que sus películas solo pudo haberlas realizado él. Con cada producción que pasa se convierte cada vez en mejor cineasta, y es por eso que duele tanto que éste sea uno de sus trabajos más débiles hasta ahora.

Aunque suene fuerte, es la primera vez que Noé parece flaquear en su intento de shockear a la audiencia. Quizás el director ya ha dejado atrás su efectividad visceral, o también puede ayudar que con el paso del tiempo todos nos vamos acostumbrando a peores cosas. En retrospectiva, sus proyectos habían dependido cada vez menos de la impactante violencia que supo manejar de gran manera en sus principios. Si este es un throwback consciente de su parte, está claro que Gaspar haría bien en dejar sus inicios atrás. Pero el resultado termina siendo posiblemente su película más fácil de consumir.

La repetición y monotonía inicial aumenta el impacto cuando las cosas empiezan a moverse, pero no deja de significar una enorme porción de tiempo dedicado a la previa del evento real. Incluso una vez los engranajes están en marcha y hace un rato que nos encontramos felizmente perdidos en el caos, vuelve a perder el ritmo e impacto sobre el final. Pero lo peor de todo es que a la película parece faltarle un último cambio de velocidad, su propio climax nunca llega de forma satisfactoria. Uno de los clásicos del cine arte es responder a toda crítica con que quizás eso mismo que uno critica haya sido un objetivo del film, pero en este caso aún si eso es cierto no cambiaría el hecho de que eso empeora la experiencia. Pero bueno, después de todo este tipo de cine definitivamente no tiene tan en la mira el crear una experiencia positiva para el disfrute de la mayoría.

Más que recomendable, resulta necesario adentrarse en «Climax» manteniendo las expectativas bajas. Aunque si algo podemos asegurar es que la experiencia audiovisual del estilo tan característico del franco-argentino se encuentra intacta, y que es una cinta que cualquier curioso (que no le ha hecho todavía la cruz al director) debería intentar ver.

Puntaje: 

 

 

Tráiler:

 

Leandro Porcelli

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