Suecia y su lucha contra el sexismo: La búsqueda de igualdad de género en la industria cinematográfica

En estos tiempos convulsionados surgen ciertos escenarios donde se toman medidas para cambiar las formas arcaicas de concebir las sociedades. Es por ello, que luego de ver el déficit en materia de diversidad en la industria cinematográfica, Suecia decidió tomar cartas en el asunto para poder subsanar aquella cuestión y darles las mismas posibilidades a las cineastas mujeres que las que poseían sus colegas masculinos.

Como todo proceso, lleva tiempo y requiere de políticas socioeconómicas y culturales bastante importantes. En el país escandinavo más influyente en materia cinematográfica se dio a partir de la llegada de Anna Serner al Instituto de Cine en el año 2011. Luego de su arribo al organismo comenzó a acceder a los datos que manejaba la entidad para analizarlos minuciosamente. El resultado al que llegó fue que solo un 26% de las películas del país eran dirigidas por mujeres cineastas. No obstante, Serner resolvió tomar cartas en el asunto en lugar de quedarse en la simple queja de la carente situación del ámbito audiovisual sueco. Para ello, realizó un plan de acción mediante el cual esperaba corregir el desequilibrio para alcanzar una igualdad en materia de posibilidades que presentaban las diversas artistas.

Fue así como en solo tres años el número de mujeres directoras aumento del 26% en 2012 a un 50% en 2015. Un modelo bastante exitoso que es la envidia del resto de las cinematografías del mundo que todavía tienen que corregir algunos asuntos relacionados con la desigualdad de género.

La directora del Instituto de Cine de Suecia ha defendido su plan de acciones explicando que lo primero que hay que hacer es abordar los distintos argumentos que rodean al tema del acceso de las mujeres a la dirección: “No hay que pensar en cuotas, sino centrarnos en la calidad de los proyectos y está demostrado que las mujeres son iguales a los hombres en este campo”, explicó Serner, para quien es fundamental la realización de foros y encuentros, para que las realizadoras sepan defender ante distribuidores y comités de selección sus trabajos. Muchas veces se atribuye a las cineastas la falta de competencia para afrontar ciertas exigencias del medio pero, en realidad, los problemas son la falta de experiencia/posibilidades presentadas en lugar de la carencia de aptitudes señaladas.

Por estos motivos, el modelo implantado comenzó por la contabilización real de la presencia de mujeres en el cine y en los proyectos que se presentan para las ayudas y, una vez priorizado el nivel de calidad, se pone el acento en aquellos trabajos firmados por cineastas femeninas para que no sufran discriminación. Se acrecienta, de esta manera, la mirada en las realizadoras que presentan propuestas de calidad. Otro punto en el que ha trabajado el Instituto de Cine Sueco es el de formar grupos de trabajo de directoras que acogen a jóvenes cineastas y las enseñan y muestran todos los recovecos de la industria y cómo superarlos. También existe un programa especial dedicado a las escuelas y universidades, dirigido a fomentar el deseo evidente de muchas adolescentes que tienen ganas de ser realizadoras pero que luego, por diversas causas, se desvanecen.

Anna Serner reconoció que el apoyo político y económico por parte de los distintos Gobiernos suecos ha sido “decisivo” para acometer esta lucha. El presupuesto dedicado al cine en Suecia ronda los 34 millones de euros, pero Serner ha asegurado que las ayudas a los largometrajes pueden alcanzar unos 140 millones de euros al año. El modelo sueco ha sido ya copiado por países como Australia, Canadá e Irlanda. “Resistencia y paciencia”, fue el consejo que dio Serner a sus colegas de España y Latinoamérica.

El trabajo de Anna sigue siendo tomado en cuenta para aplicarlo en otras cinematografías del mundo. Sin embargo, para lograr esos cambios sin precedentes su tarea no se circunscribió solamente al séptimo arte, sino que parte de la solución de Serner fue llegar a las escuelas y cambiar actitudes a través de asesorías, talleres y capacitaciones en estructuras sociales y equidad de género, con el objeto de impulsar, estimular y propiciar conciencia de género.

Suecia siempre fue un país bastante interesado en lograr grandes cambios sociales, artísticos y culturales, y es por ello que vale la pena contar esta historia relacionada a su cine para que otros países y culturas tomen nota del valor de la igualdad de derechos.

Fuente: El País

Martín Goniondzki

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