25° BAFICI: «La estrella que perdí» de Luz Orlando Brennan (2024)
«La estrella que perdí» se centra en Norma Reyes (Mirta Busnelli), una reconocida actriz que está buscando trabajo para poder mantenerse ocupada y sostenerse económicamente. Pero los papales que le ofrecen no le gustan, no tiene ganas de retratar a la bisabuela de nadie. Sin embargo, acepta a regañadientes realizar una obra comercial mediocre con una joven promesa de la actuación. Mientras tanto, deberá lidiar con la idea del nido vacío, ya que su hija Celeste (Ana Pauls) va mudarse en el futuro cercano. El estrés del estreno y el dolor por la ausencia pondrán su vida patas para arriba, como si de un nuevo papel se tratara.
La ópera prima de Luz Orlando Brennan ahonda sobre los vínculos madre e hija a partir de una historia honesta y sensible que se beneficia principalmente por reunir a Mirta Busnelli y Ana Pauls, madre e hija en la vida real, que permite que esta relación, las conversaciones que establecen y el trato que se tienen la una a la otra sean totalmente creíbles. Las actrices hacen una maravillosa tarea para componer a sus personajes; Busnelli presenta un desafiante tour de force, con un papel que va mutando con el correr del tiempo, cambiando la personalidad y adoptando distintas posturas que van a poner en jaque al resto del elenco; Pauls, por su parte, va reaccionando a las diferentes maneras de ser de su madre, reconstruyendo un vínculo que antes no tenían, pero también vivenciando el extremo de la sobreprotección.
Esto también se debe a los complejos personajes que construyó la directora y guionista, quien le atribuye una gran cantidad de matices a estas mujeres. Sus propias vidas a veces les impide poder ver más allá de sus problemas y entender lo que le pasa a la otra, pero cuando esto comienza a suceder tal vez tampoco era lo que buscaban.
Más allá del vínculo madre-hija, que consigue retratar con astucia y realidad ese amor incondicional pero también las dificultades, la película se centra en otras temáticas igual de interesantes que no suelen tratarse tanto en el cine, como la mirada que tiene la sociedad sobre el paso del tiempo y las personas mayores. Esto se lo plantea desde el punto de vista de la actuación, pero que también podría trasladarse a la sociedad en general, donde a cierta edad pareciera que las mujeres solo se ocupan o deberían ocuparse de sus hijos o nietos y a nadie le interesa qué es lo que les pasa en otros aspectos de su vida personal, mucho menos hablar de su sexualidad o necesidades.
El tono de la película va variando según el momento de la historia en el que nos encontremos. En su mayoría mantiene la seriedad y el drama, pero también tenemos varios instantes graciosos, con un humor genuino de los primeros descubrimientos de la protagonista en su nuevo papel como también por la incomodidad de algunas situaciones. Pero siempre se siente bien equilibrado y justificado.
En síntesis, «La estrella que perdí» resulta un muy buen primer paso para la directora debutante que consigue construir una ópera prima honesta, sensible y que profundiza sobre cuestiones de la vida cotidiana pero que no siempre son puestos en palabras. El vínculo madre-hija está perfectamente retratado por quienes lo ejercen en la vida real, como también cada una de las actrices hace un buen trabajo para componer a los personajes llenos de matices que le tocó interpretar. Una de esas películas profundas, crudas pero a la vez hermosas sobre lo complejo del ser humano.
«La estrella que perdí» forma parte de la sección Noches Especiales del 25° BAFICI y se puede ver el lunes 22 a las 19 hs en Cacodelphia (Sala 1).
Puntaje:
Samantha Schuster