Álex de la Iglesia: “Vivir rodando supera con creces la vida normal”
El director español Álex de la Iglesia (“El Crimen Ferpecto”, “Los Crímenes de Oxford” o “Mi Gran Noche”) se hizo presente en Buenos Aires para hablar del estreno de su último film, “El Bar”, el cual llegará el 8 de junio a nuestros cines. (ATENCIÓN: Este artículo contiene spoilers)
“El Bar” nos presenta un elenco coral en el cual personas muy distintas entre sí y que no tendrían nada de común si se conocieran en otro contexto, se reúnen en un mismo bar por distintos motivos: comer, tomar algo, o simplemente estar de paso para cargar un celular o ir al baño. Pero el destino siempre tiene algo planeado para todos nosotros y es así como estos perfectos desconocidos deberán pasar las peores horas de su vida, revelando su verdadero ser.
La película surgió mucho tiempo atrás, cuando Jorge Guerricaechevarría y Álex de la Iglesia pensaron la historia, pero no encontraban el motor del conflicto, la razón por la cual los personajes de pronto se sintieran aterrorizados desde el punto de vista metafísico.
“Pensamos en el terrorismo, en algo sobrenatural, en un accidente, en un montón de cosas. Pero cuando un enfermo de ébola llegó a España, dijimos ‘es esto’”, declaró el director.
Además, comentó una anécdota en la que justo tenía una amiga médica que trabajaba en el mismo hospital en el que estaba el enfermo de ébola y que le contó que todos creían que el país, e incluso toda Europa, se iba a infectar, porque no estaban preparados para una situación del estilo.
“Nos despedimos, me va a dar un beso y yo me corrí, entonces digo ‘cómo es posible que sea tan cobarde’. En ese momento pensé ‘cómo le voy a dar un beso’ y dije ‘aquí hay una película’. No es normal ser tan miedoso y tan cobarde”.
En este sentido, De La Iglesia buscó preguntarse “por qué diablos no ha tocado todo esto. Y surge el drama y al mismo tiempo surge la comedia, sobre todo porque da la sensación de que es todo mentira y a veces surge el engaño”.
El director sostuvo que el ser humano busca constantemente culpar a otra persona de todos sus males. “Somos capaces de crear cualquier cosa, demonios, sistemas, gobiernos, extraterrestres, lo que sea, para que haya alguien que sea culpable en lugar de ser nosotros mismos”.
“Mis personajes prefieren pensar que el mundo es un escaparate, por eso están en un bar, el enemigo está afuera y eso es fantástico. Acá está todo bien y afuera están todos locos, pero si empezamos a indagar nos damos cuenta que el enemigo es más siniestro (…) es incómodo darnos cuenta de que la vida no es una cosa que ocurre delante mío sino que mi vida la provoco yo”, agregó.
En la película se plantearon tres fases por las cuales los personajes deben transitar para conseguir este “despertar”, pasar de culpar a alguien de afuera, para culpar a alguien de adentro, para finalmente encontrar su verdadero ser.
Cada una de ellas tiene una narración distinta. La primera es muy dinámica, la segunda es circular, un espiral que te empuja hacia el medio y la tercera es dispersa, están una especie de laberinto donde no hay un orden. Es por eso que los actores llevaban la cámara y el director no participó. “No había iluminación, venía de arriba porque sino la veíamos y se estropeaba la toma. Se estableció una anarquía interesante, (…) pero fue una necesidad que surgió, no fue premeditado”.
Posteriormente, se dejó un poco de lado el film en particular y De La Iglesia habló sobre el significado de ser director: “Una película es una historia de amor con los actores, por un lado, y por el otro es un juego contigo mismo, estableciendo las piezas como si estuvieras jugando al Monopolio o al Cluedo, mejor al Cluedo. Ese mover de fichas es apasionante”.
“Me motiva fundamentalmente el fracaso, la sensación de que no estoy en plena actividad, el pensar que se puede hacer mejor. (…) nada es lo suficientemente bueno, todo es decepcionante, tú eres decepcionante. Y quieres seguir y seguir trabajando. Hay un segundo elemento importante. Cuando dejas de rodar ahí te encuentras con un abismo, no puedes vivir, no tiene sentido la vida. La necesidad de vivir rodando supera con creces la vida normal”, finalizó.
Samantha Schuster
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