Crítica de «Annette» de Leos Carax (2021)
El realizador francés Leox Carax («Holy Motors», «Mala Sangre») nos trae su más reciente trabajo, el cual contó con una premiere mundial en el prestigioso Festival de Cannes. Fiel a su estilo tan personal como desafiante, «Annette» comprende un musical que afronta a cualquier tipo de convención del género representado para poder realizar una profunda reflexión sobre las relaciones afectivas, así como también emprender un viaje personal e introspectivo a la propia vida del autor.
Podríamos catalogar a «Annette» como varias cosas, entre ellas como un melodrama y también como un musical. Lo cierto es que el film de Carax parece más una especie de anti-musical ya que pone en jaque no solo a los recursos distintivos de su tipología genérica, sino que además lo utiliza como excusa o como simple recurso narrativo para contar esta historia de «amor» entre los personajes de Henry (Adam Driver) y Ann (Marion Cotillard). Incluso parece como si renegara de sus números musicales, ya que la particular música de Sparks busca una forma de pasar desapercibida o al menos de no distinguirse y resonar en la mente de los espectadores como suele ocurrir con la mayoría de las canciones de los musicales. Algo similar pasa a nivel coreográfico, donde tampoco hay una búsqueda de despliegue visual avasallante. No obstante, «Annette» compone un extraño e interesante film que busca subvertir algunos clichés del género para contar esta historia tan particular de Carax.
El director galo arranca con todo mediante un número musical en plano secuencia donde se nos presenta a la pareja protagónica. Henry es un comediante de stand-up con un humor bastante ácido y Ann es una cantante de renombre internacional. La pareja es el centro de todas las miradas tanto del público como de la prensa. Ambos con carreras ascendentes y un amor floreciente parecen llevar un presente sumamente feliz. El nacimiento de su hija, Annette, una niña bastante misteriosa con un don particular, parece ser el hecho que cambiará sus vidas para siempre.
Carax ofrece una cinta como ninguna otro, algo que podríamos decir no solo de este film sino de varios de sus trabajos cinematográficos. Una película no tan accesible para el público mainstream, bastante difícil de entrar y entender si uno no se prepara previamente para este tipo de experiencia. Como musical parece ir más en consonancia con films del estilo de «All That Jazz» (1979) o incluso «The Rocky Horror Picture Show» (1975) que con los musicales más clásicos en sus formas. Esto no es necesariamente algo negativo, de hecho, sirve para hacer resaltar la película y elevarla en cierto aspecto.
El relato que coquetea con el grotesco y la excentricidad apela a una puesta bastante teatral y plástica, especialmente en lo que respecta a los momentos más trascendentes de la historia (la escena del barco está concebida como una tormenta y su representación es en un escenario, con todo fingido). Incluso el personaje de Annette está directamente compuesto por una marioneta que mezcla el animatronic con el CGI. Todo esto igualmente funciona al servicio de la narración y de la provocación que busca su autor. Esta especie de comediante moderno que comienza a sumergirse en un espiral de violencia, confusión y malos tratos (compuesto por un fenomenal Adam Driver) además de significar un retrato exacerbado (como todo lo de Carax) autorreferencial, también sirve como reflejo de una sociedad (y una industria artística) convulsionada y sumida en el caos y la brutalidad. Todo en «Annette» compone una alucinación pesadillezca de épicas proporciones (por momentos resulta una tragedia griega con toques de musical), donde todo parece fríamente calculado. Hay una especie de orden en todo ese caos de 140 minutos de duración, que probablemente atraiga tanto detractores como adeptos. Lo cierto es que la película no dejará indiferente a nadie y provocará diversas/variadas respuestas en el público, lo cual teniendo en cuenta la oferta cinematográfica que abunda actualmente no es poco.
Puntaje:
Tráiler:
Martín Goniondzki