CINE

Crítica de «Aún Estoy Aquí» de Walter Salles (2025)

La semana pasada se estrenó en nuestro país «Aún Estoy Aquí», película brasilera que se consagró como Mejor Película Internacional en los Oscars y que le permitió a Brasil obtener el primer premio de esta envergadura en su historia.

No era tarea fácil porque competía con otros films potentes, como «Flow», que se llevó la estatuilla a Mejor Película Animada y que habla sobre la supervivencia y el poder de la naturaleza a través de una trama sin diálogos que emociona hasta las lágrimas, o «The Seed of the Sacred Fig» que retrata la actualidad de la sociedad árabe, en especial el rol que ocupan las mujeres y cómo se están levantando frente a tantas prohibiciones. En menor medida también se enfrentaba a la polémica «Emilia Pérez» que antes de la controversia tenía todos los números para quedarse con el Oscar pero luego se fue desmoronando, y a «The Girl with the Needle», una pequeña cinta danesa que con gran crudeza se posa en una mujer en la postguerra que toma la decisión de dar en adopción a su bebé por las malas condiciones en la que vive.

Pero «Aún Estoy Aquí» hizo lo propio para quedarse con este premio, además de estar nominada como Mejor Película y Mejor Actriz por el gran trabajo que hizo Fernanda Torres. La cinta se centra en Eunice y Rubens Paiva, un matrimonio, y sus cinco hijos que viven en Río de Janeiro en los años ’70. La playa, la música y la diversión parecen llenar de felicidad a esta familia a pesar de que la dictadura militar está presente en las calles y en los medios de comunicación. Todo cambia el día que el padre es obligado a ir a testificar y no regresa a su casa. Su esposa deberá luchar por encontrarlo, al mismo tiempo que tiene que seguir criando a sus hijos sin que sepan la realidad de lo que está ocurriendo.

La dictadura militar es un tema que tenemos muy presente en Argentina, pero que también marcó a otros países latinoamericanos durante la misma época con mayor o menor grado de violencia, extensión en el tiempo e impacto en la sociedad. Por eso esta historia logra retratar las vivencias de la sociedad brasilera pero que también se puede extrapolar a cualquiera de los lugares de su alrededor, quienes podemos comprender la desesperación y el terror que viven los personajes, empatizando con ellos en todo momento.

Esto también es posible gracias a que el director se toma bastante tiempo para presentar a los protagonistas y construir sus personalidades. Muestra el funcionamiento de la familia, con sus discusiones típicas, su apoyo y rutinas. Esto va a provocar que la desaparición del padre sea un quiebre emocional bastante profundo e impactante no solo en sus vidas, sino también en nuestra percepción.

Es a través de ellos, sobre todo del personaje de Fernanda Torres, que se describe la dictadura y sus consecuencias. Porque si bien tenemos algunas secuencias bastante crudas sobre las acciones paramilitares, los secuestros y las torturas, el director maneja los momentos de mayor tensión con cierta sutileza y fuera de cuadro para que el espectador se imagine lo que está sucediendo. Lo que ocurre pero no se ve y cómo la familia debe seguir viviendo como si no pasara nada a su alrededor para no levantar sospechas ni generar peores repercusiones es parte de lo que generó la dictadura en la sociedad.

Como decíamos, Fernanda Torres hace un gran trabajo para componer a esta mujer que en momentos de crisis y desesperación debe tener la fortaleza suficiente para enfrentarse a las autoridades para luchar por su familia, pero, sobre todo, ponerse una máscara frente a sus hijos para que puedan transitar su infancia sin mayores sobresaltos.

Lo único que podemos objetarle a la película son sus múltiples finales. La cinta parece acabar en un momento pero luego siguen alargando la historia hasta llevarla casi a la actualidad. Probablemente porque está basada en el libro «Aún Estoy Aquí» de Marcelo Rubens Paiva, hijo del hombre desaparecido, y quisieron retratarlo lo más fielmente posible pero se siente un poco más estirada de lo necesario, sobre todo porque dura más de dos horas.

De todas maneras, nada puede quitar el valor que tiene «Aún Estoy Aquí» no solo para el mundo cinematográfico sino también para la vida real, ya que, a partir de su estreno, el gobierno brasilero le permitió a las familias de las víctimas de la dictadura obtener nuevos certificados de defunción que reconocen los asesinatos perpetuados por el Estado. El cine no necesariamente tiene que cumplir con un rol social, pero realmente emociona cuando se ve el verdadero poder que tiene el arte.

En síntesis, «Aún Estoy Aquí» retrata la época de la dictadura militar brasilera a partir de un drama familiar potente. Una mujer que usa todas las herramientas que tiene disponible para construir un hogar a pura sonrisa a pesar de que su contexto se esté derrumbando y nada vuelva a ser lo mismo. Un film movilizante, que se puede extrapolar a cualquier sociedad latinoamericana, y que por eso se celebró tanto cuando finalmente se llevó el Oscar a Mejor Película Internacional.

Puntaje:

 
 
 

Tráiler:


 

Samantha Schuster

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