CINE

Crítica de «Barbie» de Greta Gerwig (2023)

Esta es una comedia pochoclera para todas las edades totalmente ridícula que se encarga no solo de entretener sino de inculcarle a niñas de todo el mundo una curiosidad por el manifiesto marxista y el control dictatorial de las vías de comercio. «Barbie» es cine disfrazado de «contenido». Logro gigantesco para una de las cinco mujeres que en la historia de los Oscars fueron nominadas a la categoría de Mejor Dirección. Greta Gerwig («Lady Bird», «Little Women») hace realidad una de las eternas promesas de esta era del streaming: que la sed de contenido le daría oportunidad a artistas de realizar producciones osadas para que los grandes estudios vendan como propiedades más marketineras que la usual película de festival de cine.

Barbie, y en menor medida Ken, viven satisfechos en una sociedad perfecta liderada por una variedad de Barbies que se encargan de cubrir todos los roles necesarios para llevar adelante una vida idílica que pronto se revelará como insostenible. Debido a una crisis la Barbie Estereotípica (Margot Robbie) deberá ir junto a su Ken (Ryan Gosling) a intentar recuperar ese status quo viajando al mundo real, donde van a encontrarse con estructuras sociales completamente diferentes a las que están acostumbrados y con una vida que será plástica pero no es fantástica.

Una forma rápida de describir lo intangible que separa claramente a este de otros intentos fallidos por hacer algo similar es que la película se siente no como un trabajo por encargo que busca ser algo más, sino incluso como si todo el concepto y guion hubiese surgido naturalmente de la cineasta para luego encargarse de convencer a los dueños de la propiedad intelectual de arriesgarse un poco con este tipo de proyecto. Aunque lo que en realidad sucedió es que Mattel, que en el film está representada por un grupo de tontos de traje liderados por uno de los mejores personajes recientes de Will Ferrell, le encargó a Gerwig el guion luego de decidirse por Robbie para protagonizarla. La confianza de la actriz parece haber sido clave, pero más aún que el guion Greta lo trabajara conjuntamente con su pareja Noah Baumbach («Marriage Story»). El producto final se siente exactamente como lo que se habrá propuesto la dupla: un juego dicotómico que usa la excusa de las Barbies y sus Kens como lente a través del cual reírse señalando fuertemente sus correspondientes perspectivas de no solo los roles de género sino incluso de las estructuras capitalistas y patriarcales. Es una película muy a tono con los típicos discursos que se dan en internet aunque de todas formas tiene bastante para el disfrute de aquellos sin ningún interés en ese tipo de debate infinito.

El mayor logro de esta cinta es quizás el gran rango que su experiencia ofrece a todo tipo de audiencias o demográficas. «Barbie» va a satisfacer no solo a los que se veían interesados por su marketing y material promocional, sino especialmente a aquellos fuertemente críticos de la idea de «una película de Barbie». Le da voz en su narrativa no solo a amantes de Barbie o a transeúntes indiferentes sino incluso a jóvenes o proto-adultos que ya consideran el concepto de las muñecas Barbie como una tragedia del pasado que todavía deja cicatrices negativas para la sociedad moderna. Es una experiencia sumamente recomendable en especial para jóvenes parejas, madres e hijas o incluso un grupo de amigas dispuestas a burlarse de lo que piensan que va a ser la peli pero sin miedo a que esta les gane de mano.

Con su material promocional tan superficial y pastel, como bien debía hacerse, es fácil perder perspectiva que además de una opción tonta para ver en el cine se trata de una producción creada por dos guionistas y directores con múltiples nominaciones al Oscar. Es una omisión que resalta como intencional: esta no es una película desesperada por atraer ese público sediento de subversividad sino hambriento de atrapar a todo el público en general que en gran parte va a caer en sus garras sin tener real idea de lo que se va a sentar a ver. Hay un sector demasiado grande del cine moderno enfocado en sus intenciones posmodernas que fetichizan la experiencia subversiva al punto de llevarla a ser hoy en día la forma más corriente de manejar narrativas; por eso tiene tanto valor que Gerwig haya logrado en «Barbie» una producción que ya para el comienzo de su segundo acto cruza el terreno conocido por esas producciones que solo mojan los pies en aquello que potencialmente puede obstaculizar el entretenimiento más facilista, para dedicarse en toda su segunda mitad a una experiencia que sorprende y divierte escena tras escena. Lejos de quedarse con mojar los pies en sus temáticas más complicadas, se inunda en todo lo que propone al punto de correr el riesgo de ahogarse un poco en sus ambiciones.

Hay muy pocos cineastas actuales que logren entretener tomando riesgos sin miedo al ridículo, pero por suerte podemos agregar sin dudas y con todas las letras a una Gerwig que ya hace tiempo se ganó que sus producciones sean un visionado asegurado. ¿Quién hubiese pensado que daría ese salto con una película de Barbie? Solamente Greta.

Puntaje: 


 

 
Tráiler:


 
Leandro Porcelli

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *