Crítica de «Biónica» de Sebastián Perillo (2025)
La ciencia ficción es un género al que le cuesta mucho asomarse en la industria nacional. Hace años que Hollywood encontró la forma de sentirse más cómodo con el riesgo de «perder» a las audiencias con historias que tienden naturalmente a lo complejo: emparejándolas con apuestas a priori más seguras como la acción o aventura. Lamentablemente no es factible en nuestro país elevar el techo de presupuesto de un proyecto para así inyectarle algo más de pochoclo y potencial masividad, aunque por suerte eso nos deja únicamente con propuestas que toman los riesgos suficientes como para ofrecer películas interesantes.
En este caso, «Biónica» es la adaptación de una obra de teatro que nos muestra un futuro cercano, quizás incluso inquietantemente factible, en el que comienza a experimentarse con utilizar la tecnología disponible para «mejorar» el cuerpo humano. En esta oportunidad, el de una multimillonaria cuadripléjica dispuesta a donar importantes sumas a la causa. El científico líder en esta área, junto a su talentosa hija y un errático asistente, van a comenzar entonces lo que terminaría siendo el primer éxito de este polémico y peligroso proceso.
La cinta se maneja con un puñado de personajes aislados del mundo exterior en un laboratorio, mostrando a las claras sus raíces narrativas nacidas en el teatro. Lo que lo separa de ser una simple versión local de «Ex Machina» (2014) son principalmente dos factores. El primero es algo interno ya que mientras que la ópera prima de Alex Garland se interesaba en ofrecer una experiencia moderna con su calculado minimalismo, el ritmo elegido por el director Sebastián Perillo apunta a un tono más cercano a esos ambientes de suspenso glacial previos a la década de los 90s. El segundo factor que lo distingue de previos ejemplos del cine de inteligencias artificiales es su timing, teniendo su estreno cuando está tan en boga la campaña de marketing corporativo buscando imponer el uso universal de la IA. No hay dudas de que es un regalo de los cielos que recibieron durante la post-producción (contiene unas breves secuencias paupérrimas generadas por IA que lo confirman), ya que en el producto final se lo ve apenas encajado como para realmente haber tenido peso alguno en etapas previas del proyecto.
Aunque algo del trabajo de sets, locaciones y elecciones desde la dirección y fotografía definitivamente logran evocar cierto encanto, el elenco no logra hacerle ningún favor a un guion que apenas sí entiende a grandes rasgos el sentido hacia el cual dirigirse. Probablemente su mayor pecado sea que no haya escena alguna que logre ser más que una simple versión simplona de un trope o cliché visto ya infinidad de veces por los fanáticos del sci-fi vintage. Después de todo, los fans más especialistas del género son los únicos espectadores que se sentirán realmente cómodos con un ritmo narrativo cuya lentitud ya ancestral no es complementada con ningún encanto que los acerque más al disfrute que al padecimiento. Hacia el final sí hay un par de secuencias que intentan patear un poco el tablero de la obviedad, aunque no hacen más que dejar a la audiencia rascándose la cabeza al ofrecer dos muy distintos tipos de desconcierto.
«Biónica» es una propuesta muy particular que a pesar de sus intenciones no logra ofrecer una experiencia satisfactoria ni a espectadores modernos que seguramente sufran su lentitud, ni tampoco a fans del sci-fi más vintage que sirvió como inspiración. Tener un pie en el pasado y otro en el futuro puede ser una fórmula ganadora a la hora de intentar este tipo de cine, pero desafortunadamente el único firme era el pie que se mantenía en el ayer mientras que el otro apenas consigue resbalar hacia un mañana tan incierto como inconsecuente.
Puntaje:
Tráiler: Leandro Porcelli