Crítica de «Bohemian Rhapsody» de Bryan Singer (2018)

Una biopic eléctrica, potente y – tal vez demasiado- respetuosa del legado de Freddie Mercury. No es la mejor película del año, ni la mejor biografía musical, pero es entretenimiento y cine puro. Si sos fan: te emociona y te mueve. Y sino también. Una de las películas más esperadas del año, no defrauda. Es visualmente hermosa, tiene un gran ritmo y es divertida. Si no te contagias un poquito de toda la vibra, algo anda mal adentro tuyo.

Antes que llegara Rami Malek a interpretar al ícono de la música, Sacha Baron Cohen era la principal opción para el papel. Pero tras largas negociaciones, el actor de «Borat» dejó el proyecto debido a diferencias creativas con Brian May y Roger Taylor. Nos queda solo imaginarnos cómo sería esa actuación. La realidad es que el protagonista de la serie «Mr. Robot» da vida maravillosamente a Freddie: lo llena de amor, dedicación y un desgaste físico muy grande. Se nota lo obsesivo de su trabajo en cada detalle y expresión en pantalla. Impecable actuación, que tranquilamente puede valerle una nominación en los Oscars.

El inglés Gwilym Lee fue elegido para hacer de Brian May, mientras que al neoyorquino Joseph Mazzello (de niño trabajó en «Jurassic Park») le tocó el bajista, John Deacon. En el papel del baterista Roger Taylor está Ben Hardy. Los tres más Malek conforman una gran dinámica de banda compinche, con marcadas diferencias pero con un objetivo claro: hacer lo que más amaban, buena música.

Como toda biopic de una banda de rock controversial, el proceso de producción es como mínimo escabroso. Brian May (guitarrista de Queen) y Roger Taylor (baterista de Queen), productores exclusivos, pusieron en marcha el film hace 10 años. Pero por problemas de presupuesto, diferencias creativas, un director problemático (Singer) y no poder encontrar el momento indicado para realizarla, no prosperó enseguida. La espera valió la pena: generaron un producto que lleva a la banda a un nivel estelar y pone a Freddie en el Olimpo de la música.

Está claro que es un biografía híper autorizada y esto genera que aborde temas profundos desde cierta superficialidad. Tal vez, ser políticamente correcta puede hacerla fallar a la hora de crear personajes más complejos, con más aristas. No se concentra en el polémico consumo de drogas de Freddie, su falta de involucramiento en la lucha contra el SIDA, las fiestas escandalosas y los problemas viscerales de la banda. El cantante, nacido en Tanzania, no es solamente una de las voces más impresionantes del rock and roll, sino que también un ícono LGBT y una figura -por lo menos- polémica. Pero este lado furioso de Freddie está tocado muy por arriba, tal vez para no manchar la grandeza del personaje. Ya que lo que cruza toda la biopic es la relación de Queen, y en especial de Mercury, con el público. Una relación simbiótica de amor y admiración. Es liviana, pero el producto final es tan emocionante que en el balance final prevalece la energía desbordante que genera la banda.

El 13 de julio de 1985, en el estadio Wembley en Londres, se vivió uno de las mejores actuaciones en vivo jamás vista. Queen hizo honor a su prestigio y reinó el Live Aid, que recaudó 100 millones de dólares para ayudar a la crisis humanitaria en África. Estos 20 minutos de presentación son el climax de la película de Bryan Singer: le da fuerza, potencia y pone el legado de la banda británica allá bien arriba.

En los créditos y en los afiches aparece como director Bryan Singer, aunque la historia no es tan sencilla. El director de «X-Men» fue despedido en diciembre por conflictos con la estrella, Rami Malek. En la últimas semanas de rodaje, Dexter Fletcher asumió el cargo, pero por un tema de cantidad de escenas filmadas, el reconocimiento técnico se lo lleva Singer.

Hay que admitir que, pese a ser problemático, Singer dirige con una naturalidad admirable. Las performance en vivo se sienten reales. Aprovecha de maravilla uno de los mejores soundtrack posibles. Pero utilizados en post de generar climas, tensiones y la génesis de cada uno de ellos. Las coreografías y la dirección de actores están muy bien también. Parece que estamos viendo un video clip continuado y esto suma mucho. Varias secuencias memorables: como la composición de Bohemian Rhapsody, el Live Aid y los chistes internos de la banda.

Anthony McCarten, el autor del guión de «La Teoría Del Todo» ha escrito un libreto profundamente bien documentado que recoge los hitos clave para la banda Queen. Cae un poco en la convencionalidad de las biografías y en ciertos lugares comunes, pero la producción y la grandeza de los protagonistas lo salvan.

En resumen, la película es una celebración constante de la música y la vida. Te hace mover la pierna todo el tiempo y salís con una sonrisa desbordante. Y es imposible no pasar los próximos días de tu vida, volviendo a escuchar todos los hits de Queen. Los últimos 20 minutos son para verlos de pie. Es indispensable verla en cine.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Sebastián Manestar

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