Crítica de «Cómo funcionan casi todas las cosas» de Fernando Salem (2015)

Como espectador confieso que me encantaría saber algo más de teoría sobre «Cómo funcionan casi todas las cosas», o al menos quitarme de encima la necesidad urgente de apaciguar esta especie de manantial de lava y curiosidad que siento entremezclado, maso menos a la altura del pecho, al leer el título en cartel, para averiguar de una vez, y por todas, «sobre qué tratará la película». Pues bien, evitando todo tipo de spoilers y habiendo declarado a mi modo en las líneas anteriores que el título del film me parece un gran acierto, estamos frente a un cálido viaje audiovisual, compuesto por una historia principal que a su vez contiene en sí misma una serie de «micro historias» o relatos vinculados a cada uno de los distintos personajes. Éstos, desde un primer momento, logran resultar tan atractivos y magnéticos, como los diálogos que interpretan o los paisajes que los rodean en la mayoría del tiempo.

Pese al romántico deseo del afamado escritor Borges en expresar que «habría que inventar un juego en el que nadie ganara»,  la película me hizo sentir desde los primeros minutos que a la protagonista Celina, las inevitables circunstancias de vida le habían gritado «Jaque» y al mismo tiempo, pateado el tablero. Como quien tiene que juntar las piezas y rearmar un poco su existencia, la protagonista se topa con la necesidad de reencontrarse con su madre en Italia, y para juntar el dinero que necesita para lograrlo, aparece en su camino la alternativa de convertirse en vendedora…en vendedora puerta a puerta de una imponente enciclopedia que de título lleva el texto «Cómo funcionan casi todas las cosas», sencillito, ¿No?

Mayormente es una road movie con situaciones dramáticas y sensibles, incorporando irresistibles planos rodados en los paisajes de San Juan. Atrae por lo compleja y por lo simple. Además, seremos testigos de privilegio de charlas tan íntimas, tiernas y sensibles, como profundas: ¿Qué pensaría usted por ejemplo si un niño le definiera en el transcurso de este viaje «si existe vida después de la muerte»? (Uno de los momentos memorables). Otro aspecto destacable es la impecable interpretación de Verónica Gerez (Celina), poniéndole vida, interpretación y cuerpo a un personaje tan empático para el espectador y emocinalmente rico para desarrollarlo, sobretodo siendo éste su primer papel protagónico

Habiendo visto la película, no me quedan más que insuficientes elogios y palabras de admiración, es que de vez en cuando una obra logra hacerme resonar y conmover aquellas fibras propias que tanto agradecen, a su manera, el hecho de haberles convidado semejante viaje. Hermoso trabajo dirigido por Fernando Salem, un ser humano que denota sobrada creatividad, sensibilidad y, para nuestra suerte, una inquietud artística que promete seguir proponiéndonos nuevos viajes artísticos en lo que asoma de su vasta y joven carrera. 

Puntaje: 4,5/5

Tailer:

 

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