Crítica de «El Esquema Fenicio» de Wes Anderson (2025)
Hace ya unos años que la opinión popular acerca de Wes Anderson resolvió desestimar su cine, denotando una preocupante falta de capacidad de lectura al reducirlo a fragmentos superficiales e inertes de su estética. Ninguna de sus películas, ni sus primeros intentos independientes por conciliar su identidad ni sus cintas animadas ni sus actuales microversos de ostentosos elencos, son únicamente esa superficialidad bidimensional. A partir de la adolescente «Moonrise Kingdom» como bisagra, Anderson pasó de expresar dolencias de la juventud (entendiendo la vida adulta como la plenitud en ocaso de la misma) a explorar la melancolía de personajes que con un sabor agridulce ponen lo vivido en la balanza. Esta nueva película de uno de los autores más excepcionales del cine moderno lleva ese mismo interés hacia el extremo, con una suerte de villano enfrentando el potencial final de una vida de triunfos.
Benicio del Toro protagoniza como Zsa-zsa Korda, un magnate que durante los años 50s se encuentra sobreviviendo a duras penas una serie de atentados en contra de su vida. La cinta se dispara cuando recibe en su mansión a su hija mayor, a punto de convertirse en monja, junto al nuevo tutor noruego de insectos (Michael Cera) que lo instruirá a él y a sus ocho hijos varones durante las siguientes semanas. El trío se embarcará hacia Fenicia (actualmente territorio Sirio) para concretar el esquema más ambicioso de Korda hasta ahora y la culminación de décadas de negocios: la construcción de una red de comercio que revolucionará el país asegurándole un 5% de las ganancias durante los próximos 150 años. Esta es una comedia negra de espionaje que consiste en el grupo yendo de socio comercial a socio comercial esperando convencerlos de poner más de lo que deberían, una necesidad siendo que recientemente una variación en el precio de los materiales ha creado un desequilibrio en los gastos que podría costarle a Korda toda su fortuna.
Del Toro ya había sido una de las mejores cosas de «The French Dispatch», y acá vuelve a brillar con un personaje (en apariencia) en las antípodas de aquel pintor preso. Pero los cimientos de la narrativa dependen de la química con su hija, interpretada por una excelentemente casteada Mia Threapleton (hija de Kate Winslet). Los roces del dúo le sirve a la película para desarrollar ambos personajes prácticamente en cada escena, convirtiendo esta aventura capitalista en un viaje de autodescubrimiento que ninguno de sus protagonistas hubiese preferido tener. Punto aparte para Michael Cera, un actor que pareció siempre estar hecho para el cine de Anderson y que con los años le ha agregado variaciones más que interesantes a su fórmula conocida en sus grandes éxitos de comedia. El resultado en todos estos casos son personajes memorables, que junto a un elenco obviamente exuberante logran que la comedia de la cinta sea resultado tanto de su carisma en pantalla como de los gags visuales de su dirección, algo que no siempre se puede decir de los proyectos de Wes.
«The Phoenician Scheme» se pone a la par de algunas de las mejores películas de Wes Anderson gracias a su humor negro e interpretaciones excepcionales. Probablemente sea su proyecto más pochoclero desde «Hotel Budapest», aunque unido como siempre con esa punzante emotividad que siempre caracteriza su cine. No hay mucho más que decir, ciertamente toda película que tenga a Bill Murray interpretando a Dios merece ser vista y celebrada.
Puntaje:
Tráiler:
Leandro Porcelli