Crítica de «La hija oscura» de Maggie Gyllenhaal (2021)
Últimamente es bastante usual que reconocidos actores y actrices dejen por un momento su rol interpretativo para trabajar detrás de cámara realizando su propia película. Sin ir más lejos, este año hicieron su debut Halle Berry con «Herida» y Rebecca Hall con «Passing», ambas cintas que se pueden ver en Netflix, y ahora es el turno de Maggie Gyllenhaal, que también llega a dicha plataforma.
Basada en la novela homónima de Elena Ferrante escrita en 2006, «La hija oscura» (o «The lost daughter» por su título original) sigue a Leda (Olivia Colman), una mujer inglesa que se encuentra de vacaciones en una playa de Grecia. En el mismo lugar está parando una familia numerosa que impone su presencia. Sus placenteros días cambiarán cuando comience a obsesionarse con una joven del clan (Dakota Johnson) y su hija, obligándola a enfrentarse a su pasado y su propia maternidad.
El debut de Gyllenhaal resulta bastante prometedor y seductor, centrándose en el lado b de la maternidad, el que nadie suele retratar en las películas ni lo que se estila contar en una reunión, porque generalmente se habla más sobre lo bueno de ser madre y la crianza de los hijos y no tanto de lo negativo o las dificultades que eso conlleva. O si se cuestiona algo es más que nada el rol de la mujer que quiere ser profesional y no simplemente un cuerpo gestante, pero pocas veces alguien expuso este tipo de pensamientos de manera tan abierta, profunda y directa. Esto permite realizar un análisis sensible y honesto sobre la situación y, a pesar de que puede resultar impactante por la falta de costumbre de que se traten estas cuestiones, no deja de ser una realidad para muchas mujeres.
Estos temas son abordados a partir de un clima de tensión constante, sobre todo a partir de la interacción entre las distintas protagonistas del film, que se va acrecentando con el correr del relato. Esto provoca cierta incomodidad e inquietud en el espectador, que no sabe qué es lo que puede llegar a suceder.
Por otro lado, a partir de diversos flashbacks (protagonizados por una sólida Jessie Buckley que abarca desde un tono dramático y angustiante hasta uno tierno y protector) nos vamos enterando sobre la vida de Lena y podemos entender más sus reacciones y comportamientos. De todas maneras, las piezas se van reconstruyendo poco a poco, y a pesar de que tiene un ritmo algo lento porque la información no se sirve de forma inmediata sino fragmentada, esto no genera pesadez, sino todo lo contrario: nos atrapa y nos dan ganas de seguir mirando el resto de su historia.
Sin dudas Olivia Colman nos deslumbra en este film, principalmente porque no es una trama que se destaque por tener muchos diálogos, sino que busca más expresar sus opiniones a través de las miradas, gestos o acciones de su protagonista. La actriz británica ya nos demostró innumerables veces lo gran intérprete que es y, en esta ocasión, se pone al hombro la historia y su personaje. Nos muestra la complejidad del ser humano, las contradicciones, los arrepentimientos, las culpas y hasta el amor de una madre por sus hijos. Acompañan de buena manera Dakota Johnson como la joven que comienza un vínculo con la protagonista, que nos ofrece una actuación mucho más seria, madura y sólida que en otras oportunidades, entre otros secundarios como Ed Harris, Paul Mescal y Peter Sarsgaard.
La ambientación playera de Grecia y la fotografía sobria también nos ayudan a situarnos dentro del relato, un lugar paradisíaco pero también poco transitado y alejado de la ciudad, que resulta ideal para reflexionar sobre el pasado y sacar a relucir diversos traumas.
En síntesis, «La hija oscura» es un drama psicológico inquietante que habla sobre la maternidad que se aleja de las convenciones o lo moralmente establecido. Un relato impactante, honesto, sensible, que se anima a contar algo poco abordado con un buen pulso narrativo y muy buenas interpretaciones del elenco. Ya esperamos ver qué más nos tiene preparado la directora Maggie Gyllenhaal.
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Samantha Schuster