Crítica de «Línea 137» de Lucía Vassallo (2020)

Luego de su primer documental realizado en 2013 («La Cárcel del Fin del Mundo»), Lucía Vassallo vuelve a este género para traernos «Línea 137», una de esas películas crudas pero necesarias.

«Línea 137» se centra en diversos trabajadores que forman parte del programa «Las Víctimas contra Las Violencias», un servicio gratuito que interviene en conflictos de violencia sexual o intrafamiliar en algunos lugares del país. En este caso, se centran en dos equipos de Ciudad de Buenos Aires y Chaco para contar la vida de algunas víctimas que, como tantas otras, luchan por sus derechos y por tener una vida mejor.

Con el guion y la investigación de Marta Dillon, periodista, escritora y guionista, Vassallo nos ofrece un documental observacional que, sin su intervención, retrata la violencia machista en distintos ámbitos: mujeres que deben escaparse de golpes, abuelos que denuncian a sus hijos o nietos por malos tratos y chicos que quedan en el medio de una relación abusiva.

Todo esto está contado a través de la labor de distintos equipos de personas, integrados por asistentes sociales y psicólogos, en su mayoría mujeres, que trabajan día a día para que las víctimas no se sientan solas y puedan salir de las relaciones violentas con aquellos hombres que las atormentan.

Mediante preguntas sobre lo sucedido, los tratos y los vínculos familiares, y el acompañamiento para hacer una denuncia o mudarse a un nuevo hogar, vamos pasando de persona en persona, para demostrar la cantidad de casos que existen en nuestro país. No son solo un número que aparece en los medios, que señalan que cada 23 horas muere una mujer, sino que la directora busca traducirlo en casos concretos: mujeres con historias detrás, con sueños y miedos.

En el film se toman todo tipo de recaudos, principalmente para preservar a las víctimas. La directora tomó la decisión de no mostrarlas, haciendo foco en otra persona que aparece también en el plano o poniendo una placa negra para que solo se escuche su voz y su crudo relato.

La música de Juana Molina ayuda a crear este ambiente opresivo y constantemente tensionante donde todos están en peligro: las víctimas y aquellos que las acompañan y las contienen.

El documental busca por un lado visibilizar esta problemática, mostrando uno tras otro los llamados que recibe este programa, pero también realizar una especie de homenaje a aquellas personas que se preocupan por los demás y los ayudan a salir adelante. Uno de esos retratos fuertes pero tan necesarios para la sociedad de estos tiempos.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Samantha Schuster

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *