Crítica de “Ready Player One” de Steven Spielberg (2018)

Steven Spielberg vuelve a las andadas con el género que mejor le sienta: la ciencia ficción. Luego de años de espera nos otorga un divertidísimo viaje que honra a la cultura pop, principalmente de los ochenta, la misma que ayudó a construir por medio de sus encantadores relatos. Una oda al mundo gamer y a la cinefilia pura.

“Ready Player One” es un relato basado en la novela homónima de Ernest Cline, autor que además participó de la escritura del guion de la película. Lo que podemos disfrutar en pantalla a partir de esta semana es un vertiginoso y entretenido largometraje que, si bien se aleja un poco del libro, mantiene la esencia del mismo y logra transmitir los mismos hechos que rodean a los personajes de una manera más cinematográfica y audiovisual.

La película cuenta una historia que tiene lugar en el año 2045. Allí Wade Watts (Tye Sheridan) es un adolescente al que le gusta, como a tantas otras personas, alejarse de la oscura vida cotidiana, para sumergirse en “OASIS”, una utopía virtual que es tan vasta como el propio universo. Este mundo está plagado de gente que se oculta tras avatares y donde puede ser lo que no es en la vida real. Un día, el excéntrico y multimillonario creador de este popular videojuego masivo, Halliday (Mark Rylance), muere dejando una competencia como legado, donde el ganador se hará acreedor de su fortuna y será el dueño de Oasis. Para ello, elabora una búsqueda del tesoro escondiendo tres llaves a través de los rincones más recónditos de su creación. Será el punto de partida para que Wade se enfrente a jugadores, poderosos enemigos corporativos y otros competidores despiadados, dispuestos a hacer lo que sea, tanto dentro de «Oasis» como del mundo real, para obtener el premio.

En esta aventura, Wade o Perzival como es conocido dentro del mundo binario, contará con la ayuda de Art3mis (Olivia Cooke), Hache (Lena Waithe), Sho (Philip Zhao) y Daito (Win Morisaki) en la lucha contra el despiadado Nolan Sorrento (Ben Mendelsohn), el dueño de una enorme corporativa que quiere ganar la búsqueda del Easter Egg para controlar la plataforma y así conseguir poder y dinero.

El relato recuerda un poco a la estructura de “Inception” (2010), donde íbamos alternando secuencias que se daban en el mundo real y acontecimientos que tienen lugar en el mundo imaginario. Sin embargo, esta obra en cuestión juega con el mundo gamer y el espíritu competitivo para brindar unas logradas escenas que mezclan la gran creatividad del director y ese espíritu nostálgico por los clásicos de los ’80.

Spielberg es un gran narrador de historias y logra revitalizar el cine mainstream una vez más, demostrando que la base de todo no solo es una buena trama, sino que además la clave está en crear personajes fuertes y tridimensionales con motivaciones claras. Por otro lado, nos vuelve a dar cátedra en la edificación de relatos con jóvenes o adolescentes como protagonistas. Tye Sheridan y Olivia Cooke nos deleitan con más que dignas composiciones de sus papeles, que tanto ellos como el resto del elenco tuvieron que encarnar en dos ocasiones, en las partes live action y las secuencias de CGI, donde realizan mediante captura de movimiento las interpretaciones de sus avatares. Un tremendo trabajo actoral y de dirección. También cabe destacar el trabajo de Mendelsohn en la elaboración de esa fuerza antagónica que parece implacable y siempre les pisa los talones a los héroes de turno.

La banda sonora y los efectos especiales se destacan en los aspectos técnicos, al igual que la fotografía y ese manejo de cámara y de la espacialidad característicos de Spielberg. Su empleo del plano secuencia o la toma larga en función de lo que estamos contando más que en un despliegue cinematográfico o logro técnico, hicieron que se convierta en uno de sus sellos personales que pasan desapercibidos pero que consiguen darle una impronta visual bien marcada y funcional.

“Ready Player One” es un film trepidante que nos trae a Spielberg en su mejor forma pochoclera, logrando una película entretenida, con un trasfondo social marcado que se beneficia del talento de sus intérpretes y de un guion dinámico y original. Demás está decir que la dirección es impecable y que la imaginación/creatividad de la cinta para conseguir una continua catarata de alusiones a la cultura pop es uno de sus puntos destacados. Un largometraje maravilloso que nos hará sentir como niños otra vez y que se quedará en nuestras memorias. Un viaje para que disfrute toda la familia.

Bonus Track: Sentir la cinefilia en estado puro cuando los protagonistas tienen que afrontar al hotel Overlook de “The Shining”. Una de las mejores escenas. Una verdadera joya y muestra de cariño hacia Stanley Kubrick.

Puntaje:

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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