Crítica de «Spy Kids: Armageddon» de Robert Rodríguez (2023)
En 2001 se estrenó «Spy Kids», la primera película de la saga creada por Robert Rodríguez («From Dust Till Down», «Machete», «Alita: Battle Angel»), donde dos niños descubrían que sus padres eran espías y debían salvarlos tanto a ellos como a la misión. La producción fue muy bien recibida tanto por la crítica como por el público, teniendo luego dos secuelas consecutivas en 2002 y 2003 y una cuarta en 2011; todas dirigidas, producidas y guionadas por Rodríguez. Las mismas ya bajaron su calidad, ya sea por la repetición del concepto, por el cambio del elenco (la primera tuvo a personalidades de lujo como Antonio Banderas, Carla Gugino, Alan Cumming, Danny Trejo, Robert Patrick y Tony Shalhoub, entre otros) o simplemente porque la historia no estuvo a la altura de la original.
Hace poco se estrenó en Netflix una nueva cinta titulada «Spy Kids: Armageddon», que está más cerca del resultado de las secuelas que de esa primera versión que gustó tanto por su creatividad e innovación.
«Spy Kids: Armageddon» se centra en Nora Torrez (Gina Rodríguez) y Terrence Tango (Zachary Levi), dos de los mejores agentes secretos del mundo. Pero también son padres de dos niños, Patty (Everly Carganilla) y Tony (Connor Esterson), quienes disfrutan mucho de la tecnología, algo que puede ser inconveniente para su trabajo. Es así como deciden limitar a los niños a pocas horas frente a la pantalla. Pero cuando Tony recibe el demo de uno de sus videojuegos favoritos decide romper las reglas junto a su hermana para probarlo antes que todos. Lo que no sabe es que el desarrollador de aquel videojuego aprovechará para meterse en el sistema, robarles un código y desatar un virus informático que le dará el control de la tecnología del mundo.
Si bien la película apunta a un público familiar, y sobre todo infantil, uno de los grandes problemas que tiene es que se dedica a explicar absolutamente todo lo que sucede en la trama como si los niños no pudieran entenderlo solos; subestimando así su inteligencia e ingenio. Se repiten conceptos hasta el hartazgo con diálogos sobre explicativos y también reiterativos, que son totalmente innecesarios.
A su vez, también busca dejar varios mensajes para mostrarles a los chicos que siempre es bueno decir la verdad, que es importante hacerle caso a los padres, pero a la vez también seguir los propios instintos y potenciar las habilidades de los más pequeños. Y aunque pueda ser positivo que un film también quiera enseñar buenos modales y maneras de comportarse, muchas de estas ideas se sienten un poco aleccionadoras y con una bajada de línea muy marcada y forzada.
La trama en sí puede ser divertida y entretenida para los más pequeños, no tanto así para los adultos, ya que generan una aventura con varios obstáculos para los protagonistas pero puede ser un poco pavota o un terreno bastante conocido para nosotros, porque a pesar de que sea una secuela, repite la misma fórmula que el primer largometraje de la saga, cambiando algunas cuestiones. Al igual que esa primera «Spy Kids» que buscaba retratar las infancias de ese momento, donde predominaban los shows infantiles a la hora de la merienda, ahora se adaptó la historia a la tecnología y los videojuegos. Es así como muestran las habilidades que tienen los niños y que los más grandes carecemos un poco, ya que nacieron con estas cuestiones, mientras que nosotros tuvimos que ir aprendiendo.
Pero incluso la tecnología que debería explotarse en los aspectos visuales tampoco está del todo lograda. Y si bien la ambientación emula a los videojuegos y tiene algunos efectos que sí están bien realizados, todo se siente bastante digital y artificial.
Sí podemos destacar las actuaciones de los protagonistas, tanto los niños Everly Carganilla y Connor Esterson, muy simpáticos y ocurrentes, como quienes hacen de sus padres, Gina Rodríguez y Zachary Levi, en sus interacciones y a la hora de realizar las escenas de acción.
Tal vez para los niños pueda ser una aventura divertida e innovadora, por su cercanía con la tecnología, pero «Spy Kids: Armageddon» no resulta ser un buen film. La trama transita por terrenos más que conocidos, subestima al espectador explicando cada descubrimiento, decisión de un personaje y acción, los aspectos técnicos no llegan a estar a la altura y tiene una bajada de línea bastante directa y evidente. Si pueden, mejor quédense con la imagen de la cinta original o vuelvan a verla antes que esta.
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Samantha Schuster