Crítica de «Unidos por la Música» de Emmanuel Courcol (2024)
El cineasta Emmanuel Courcol ya se había ganado una nominación a Mejor Guion en los premios César, los Oscars franceses, antes de comenzar a dirigir. Pero fuera de Francia seguramente es conocido por el que fue su segundo largometraje como director: «Un Triunfo», basado en la historia real de un profesor de teatro que arma una exitosa puesta de «Esperando a Godot» con presos sin experiencia previa con la actuación. «Unidos por la música» (o «En Fanfare», bajo su título original francés) continúa ese interés de su autor por explorar el poder del arte como unificador social.
Un exitoso director de orquesta descubre que es adoptado cuando necesita un trasplante de médula, permitiéndole conectar con su hermano perdido luego de que la operación le salve la vida. Esta segunda oportunidad empieza con cierta incomodidad hasta que descubre que además de trabajar en la mina del pueblo, su nuevo hermano disfruta tocando la trompeta con una banda amateur local o escuchando vinilos de jazz clásico en su estudio casero.
Si bien tiene momentos de originalidad, este es un relato que se encuentra cómodo transitando los lugares comunes que uno puede ir imaginando con el correr de los minutos. Busca principalmente reconfortar, con bastante humor para equilibrar un sentido drama teniendo siempre en claro que su objetivo es emocionar. Courcol emplea clichés y tropos familiares para este tipo de historia, aunque lamentablemente no logra imprimirle la frescura suficiente para evitar que se sientan algo plásticos. Por otro lado, el elenco construido sí consigue darle suficiente vida a los personajes como para que los sentimientos que busca evocar consigan llegar a buen puerto. En particular el dúo protagónico de Benjamin Lavernhe y Pierre Lottin (que también estuvo en «Un Triunfo» al igual que algunos proyectos del director François Ozon) plasman dos protagonistas igual de interesantes, no solo mostrando pasiones tan similares como diferentes por la música sino además dos personajes dispuestos a darlo todo por esta inesperada chance de sentirse menos solos en su vida.
Sin dudas entre tanto caramelo pochoclero hay un espíritu humanista en este relato, aunque lamentablemente termina ofreciendo un dulzor demasiado artificial como para resultar más punzante que simplemente emotivo. Por momentos uno puede ver cómo busca ofrecer una estructura narrativa similar a las del británico Ken Loach, eminencia absoluta en cuanto al drama social se refiere, pero si bien con los años la simpleza de aquel maestro puede haber simplificado demasiado su mensaje para algunos, vemos en esta producción cómo ese tipo de mensaje puede terminar desviándose a pesar de las buenas intenciones. Si bien la película conversa bastante con algunas temáticas sobre el rol del arte en las diferentes clases sociales, a Courcol parece bastante con apenas tratarlas superficialmente sin mucha claridad dialéctica. De hecho, aunque el clímax resulta emocionante y afectivo, la efectividad de la cinta va decayendo hacia el final de su trama aún cuando los viajes de sus personajes continúan su rumbo hacia las sonrisas lagrimeantes que son sin dudas el objetivo final.
«Unidos por la música» logra el objetivo de ofrecer risas y algunas lágrimas con una historia que pone en valor el rol que la música puede tener en la unión no solo de individuos sino de grupos sociales muy diferentes. Sus buenas actuaciones compensan un guion desinteresado en profundizar en sus temáticas o llevarlas más allá del simple disfrute de la audiencia, pero es una de esas experiencias ligeras que nos vienen bien a todos de vez en cuando.
Puntaje:
Tráiler:
Leandro Porcelli