«Emily in Paris», fresca pero pasatista
Emily es una joven de Chicago, que trabaja para una agencia de marketing. Inesperadamente, surge la posibilidad de viajar a París para llevar su espíritu norteamericano y su visión del negocio a una empresa francesa. Sin embargo, la dificultad para hablar el idioma, las diferencias culturales y su vida amorosa serán un constante obstáculo para lograr el éxito.
De la mano de Darren Star, creador de «Sex and the City», «Beverly Hills 90210» o «Younger», llegó a Netflix «Emily in Paris», una serie de 10 capítulos de media hora de duración, que utiliza varios de sus toques característicos para ofrecernos una historia amena y ligera.
A pesar de esta frescura que emana la serie, la trama cae en algunos lugares comunes y estereotipos para retratar tanto a los franceses, con su forma de vida más relajada y de disfrute, su mala predisposición para recibir extranjeros y su concepto del amor, como también a los norteamericanos, con su obsesión por el trabajo, su deseo de obtener finales felices y el optimismo frente a los problemas.
Lily Collins es quien se pone en la piel de Emily, realizando un buen trabajo al componer a una protagonista que hará todo lo posible por conseguir sus objetivos, ya sean laborales o personales. Se la siente cómoda y natural en su rol y logra transmitir su carisma, aunque por momentos es demasiado optimista o positiva para las dificultades que atraviesa. Se le podría pedir un poco más de matices al personaje y abrazar un poco más el drama, sin tomarse todo tan a la ligera o que resulte fácil de resolver finalmente.
Dentro de los personajes secundarios, podemos destacar a Ming (Ashley Park), la primera amiga que realiza Emily, una joven china que llegó a París para cumplir sus sueños, y que resulta bastante atractiva e interesante, como también a Sylvie (Philippine Leroy-Beaulieu), la nueva jefa de la protagonista, un poco al estilo «El diablo se viste a la moda», con la que Emily vivirá chocando pero a la que también querrá conquistar. Por otro lado, el personaje de Kate Walsh está bastante desaprovechado. Es la jefa de Emily en Chicago que iba a realizar este viaje pero que finalmente termina cediendo su lugar. Parecía que iba a tener un mayor protagonismo y aparece en muy pocas oportunidades, una lástima porque Walsh es una muy buena actriz que merecía un rol más activo. Tal vez si existe una segunda temporada puedan darle el peso que se merece.
En cuanto a los temas que trata, se aborda el uso de la tecnología y la importancia de las redes sociales para difundir un producto, la visión publicitaria o de marketing, los choques culturales, el encontrar la verdadera vocación e identidad, entre otras cuestiones. Por momentos, algunos de estos asuntos se vuelven un poco repetitivos.
Uno de los puntos más destacados de la serie es la ambientación, con sus hermosos paisajes de París, como también la vestimenta de la mayor parte del elenco, con diseños despampanantes. La música en francés logra acompañar a la historia y a construir el clima. Es interesante, además, que los momentos en los cuales los personajes hablan en francés delante de Emily no los traduzcan para hacernos poner en sus zapatos y sentirnos igual de perdidos y extranjeros que ella.
En síntesis, «Emily in Paris» es una serie pasatista, fresca y amena, aunque cae en varios lugares comunes de este tipo de historias y presenta ciertos estereotipos de los distintos personajes. Con un buen protagonismo de Lily Collins y una preciosa ambientación y vestuario, logra entretener al espectador con su romance, su optimismo y sus capítulos cortos y de fácil visualización.
Tráiler:
Samantha Schuster