«Orange is the New Black»: Las reclusas al poder en la quinta temporada

El 9 de junio se estrenó la quinta temporada de «Orange is the New Black» en Netflix, una serie que con su cuarta entrega consiguió llegar a su máxima expresión. Abordando temas como el abuso de poder, las malas condiciones de vida de las reclusas o la violencia de género, con un tono de comedia y drama a la vez, dejó la vara muy alta para lo que vendría. (ATENCIÓN: Este artículo contiene spoilers si no estás al día con la serie)

Los 13 episodios de esta nueva temporada se caracterizaron por seguir con la historia que dejó la entrega anterior: el fervor y el enojo de las reclusas causados por la muerte injustificada de Poussey a manos del oficial Bayley, que las llevó a realizar un motín en la prisión. Lo interesante es que está contada casi en tiempo real, haciendo que este período pase más lento de lo esperado (13 capítulos significan cuatro días) y generando un mayor impacto en las distintas situaciones.

Podríamos dividir la quinta entrega en dos partes: por un lado se siguen tratando temáticas sociales muy relevantes, a partir de la negociación de las prisioneras afroamericanas, que buscan cumplir con sus exigencias, tanto la justicia por la muerte de su compañera, como mejores condiciones de vida dentro de Litchfield (planes de salud, programas de reinserción laboral, educación o el cese del manoseo innecesario por parte de los guardias). En este caso nos presentan una realidad muy dura dentro de la cárcel (y tengamos en cuenta que ellas se encuentran en una prisión de mínima seguridad), que nos hace reflexionar acerca de estas temáticas y tomar conciencia del contexto.

Si bien la serie nos tiene acostumbrados a incorporar nuevos personajes temporada a temporada, en esta oportunidad no nos encontramos con ninguna novedad. Igualmente tampoco se siente necesario, ya que las historias que están representadas en esta entrega son suficientes para recibir su debida profundización.

Pero por el otro lado, «Orange is the New Black» vuelve un poco a sus orígenes, en los cuales las situaciones hilarantes, pasatistas, ordinarias y hasta poco interesantes son moneda corriente. Está bien que estas subtramas sirven como un descontracturante para que el eje de la cuestión (el motín) no se vuelva tan pesado ni dramático, pero también corre un poco el foco de lo verdaderamente importante. Incluso algunos de estos momentos nos dan la sensación de que la trama no avanza (solo lo hace cuando las negociaciones fluyen) y de que ya no queda mucho más por contar de esta historia carcelaria.

De todas maneras, en general la temporada nos deja un buen sabor. Tiene algunos giros muy interesantes que complejizan la trama y la serie continúa teniendo esa comicidad a pesar de la crudeza de la situación y del argumento. Sobre todo lo podemos observar con el último capítulo y ese cliffhanger que deja al espectador queriendo que comience la sexta entrega lo antes posible. Desde hace un tiempo que «Orange is the New Black» sabe manejar muy bien el gancho del final, haciendo que las situaciones innecesarias no influyan en absoluto en el gran resultado final.

Tráiler:

 

Samantha Schuster

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