¿Qué nos dejó la segunda temporada de «Glow»?

Desde el viernes 29 de junio se encuentra disponible en Netflix la segunda temporada de “Glow”, la comedia dramática situada en la década de los ’80, que gira en torno al detrás de escena de un show de lucha libre femenino de éxito moderado en EEUU.

El año pasado la serie producida y creada por Liz Flahive (“Nurse Jackie”) y Carly Mensch (“Orange is the New Black”) sorprendió con un show sumamente fresco, original e innovador, que ponía el foco en cuestiones bastante vigentes, relacionadas por ejemplo con el rol relegado de las mujeres en la sociedad y la desigualdad a la que deben enfrentar día a día. Aquella primera temporada contaba la formación de esta liga de lucha libre, más que nada desde la perspectiva del personaje de Ruth Wilder (Alison Brie), que tras ir a varias audiciones para papeles menores e insignificantes y contar con severos problemas económicos, se cruza con la posibilidad de audicionar para el show de lucha que, pese a no ser lo que quería en un primer lugar, le dará la oportunidad de alcanzar el protagonismo y el reconocimiento como profesional que tanto le negaban en otros proyectos. A su vez, ella estaba secundada por un grupo de mujeres tan diverso como interesante, que mediante sus diferentes personalidades e historias personales se iban amalgamando a la historia principal, aportando su cuota de humor y drama. La fuerza del show estaba puesta en las subtramas que mostraban los inconvenientes con los que debían lidiar a diario, como la cosificación, las falsas promesas, etc.

Esta segunda temporada consigue ir todavía más allá, ahondando en estas temáticas ya tratadas, pero a su vez expandiendo el panorama mediante la inclusión de varios personajes que se añaden al amplio elenco de la serie. Si los primeros diez capítulos nos mostraban el ascenso al éxito, esta segunda tanda de episodios relatará la lucha por mantener el programa al aire. Los ejecutivos de la cadena presentan varias dudas sobre el show y consideran cancelarlo al finalizar la temporada debido a la baja en los ratings. Es ahí cuando comenzarán a surgir los problemas para nuestras protagonistas.

Como se pudo apreciar el año pasado, el foco seguirá estando en Ruth y su tormentosa relación con su amiga Debbie (Betty Gilpin), y la evolución del vínculo generará (para bien o para mal) repercusiones en el show. El lazo afectivo irá atravesando una serie de etapas, las cuales incluirán acercamientos, enfrentamientos, empatía y grandes momentos dramáticos. Más allá de lo emotivo, también jugará un rol preponderante lo profesional y la constante búsqueda de un lugar en el mundo del espectáculo.

Esta temporada seguirá la línea anterior, pero también se desarrollarán otros conflictos que enriquecerán mucho más la serie, incluso elevando su nivel. Ahora se agregan tramas relacionadas con los vínculos homosexuales muy reprochados por cierto sector social y escondido por los involucrados por miedo al qué dirán. Además, el gran impacto social del Sida que se encontraba en pleno surgimiento con todo los prejuicios que eso traía aparejado.

Por otro lado, también la serie se encarga de denunciar el acoso sexual y el abuso de poder de los ejecutivos con las actrices, un asunto bastante actual luego del caso de conocimiento público que involucró a Harvey Weinstein. Si había un programa que tenía que hacer un comentario al respecto era «Glow», y el hecho presentado es el que por ahí termina desembocando en la trama principal de la segunda temporada. Quizás parezca un acontecimiento aislado, pero los problemas que atraviesan a la producción del show de lucha libre, puede que hayan sido pergeñados por el rencor del ejecutivo.

Sin embargo, lo más interesante de «Glow» radica no solo en la denuncia de las desdichas que tienen que combatir las mujeres debajo del ring, sino también en los distintos puntos de vista y las disimiles formas que tiene aquel heterogéneo grupo de personajes para afrontar los hechos. Pocos shows manejan de manera tan armónica a un elenco tan grande, dándole la importancia que cada miembro merece. Hay espacio para explorar la sexualidad de las luchadoras, sus sentimientos, afrontar cuestiones como el divorcio, la maternidad, y también la redención. Sam Sylvia (Marc Maron) deberá tratar de recomponer la relación con su hija luego de haber sido un padre ausente durante 17 años.

Igualmente cabe decir que «Glow» no es de esas series que presentan blancos o negros, sino aquellos grises que se encuentran en el medio. Los personajes son individuos psicológicamente complejos que tienen sus virtudes y sus defectos. Es decir, se muestra más que nada a seres humanos con sus falencias sin demonizar a nadie. Bastante interesante es el acercamiento que tiene con los personajes principales, donde cada uno tiene un trasfondo sumamente cuidado, generando esa empatía con el público, a pesar de que uno pueda no sentirse identificado del todo con ellos.

El salto de calidad se nota más que nada a nivel narrativo, donde se pueden percibir todas estas unidades enumeradas anteriormente a lo largo de toda la obra. Asimismo, se incluyen varios recursos realmente atractivos como el formato del capítulo 8, en el cual se nos presenta como si fuera un episodio de lo que grabaron las chicas para la TV, obteniendo un resultado sumamente entretenido.

También se vuelven a destacar a nivel técnico el vestuario/ arte en general y la banda sonora, que ayudan profundamente a la reconstrucción de época y a que nos situemos en contexto de manera intensamente envolvente. En cuanto a lo interpretativo, Brie y Maron nos otorgan sus mejores versiones en dos personajes muy cuidados, con los matices que solo dos actores de gran talla pueden brindar.

La segunda temporada de «Glow» es un triunfo en todos los sentidos, a nivel técnico y especialmente a nivel narrativo. Una serie que logra yuxtaponer las diferentes subtramas y a todo el conjunto de personajes de forma inspirada, consiguiendo darle la importancia que cada uno merece. Por otro lado, no solo resulta ser de aquellos programas entretenidos para maratonear, sino que además invita a la reflexión sobre el espacio que se les da a las mujeres en la sociedad moderna. Un show que es imposible dejar de ver y que balancea muy bien la comedia con el drama. Netflix vuelve a ofrecer contenido de calidad, con una propuesta sólida, divertida y emotiva en 10 episodios redondos que se perfilan entre los mejores que otorgó la plataforma de streaming.

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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