«Chucky», una segunda temporada más ambiciosa y delirante

El año pasado se estrenó la serie de «Chucky», una sorpresa más que grata que logró revivir a este icónico personaje de los ‘80 con una historia entretenida, atrapante, que no escatima en violencia y que nos ofrece un grupo de protagonistas interesante. Ahora volvió a SYFY y Star+ con una segunda temporada, que a pesar de ser más ambiciosa y querer superarse, termina siendo bastante delirante y presentando algunos problemas.

Después del plan diabólico de Chucky de querer invadir los hospitales infantiles de Estados Unidos, pero no lograrlo, son muchos los muñecos que quedaron desperdigados por todo el país. Por su parte, Jake, Devon y Lexy son enviados a una escuela religiosa por sus malos comportamientos y verse involucrados en una serie de situaciones moralmente sospechosas. Es así como deberán enfrentarse nuevamente con Chucky (o varios Chuckys) para tratar de descubrir cuál es el plan detrás y terminar de una vez por todas con este muñeco maldito.

Esta segunda temporada de «Chucky» cambia considerablemente de escenario, algo positivo para que la historia no se vuelva tan monótona ni repetitiva con respecto a la entrega anterior, pero a la vez la terminaron limitando un poco. Existen algunos capítulos que se sienten totalmente de relleno, donde no pasa nada demasiado nuevo o importante, y otros se centran en algunas historias menos interesantes o más secundarias. A pesar de que tal vez más adelante esto termina teniendo sentido o entrelazando todas las tramas, en el momento esos episodios se sienten de más.

En un inicio nos referimos a esta temporada como una más ambiciosa, y esto se debe a que se sigue sin escatimar en violencia, sangre y tripas. Tenemos varias muertes que se dan de manera interesante, atractiva y creativa; como también se vuelve mucho más metadiscursiva, autoconsciente y autorreferencial hacia sus propias películas. Se ríe de sí misma y busca ser delirante, aunque llevar lo bizarro hacia un extremo puede ser un poco mucho para algunos. Por momentos también explica demasiado lo que ocurre en la trama.

Por otro lado no tenemos demasiado desarrollo de los protagonistas. Jake y Devon se la pasan peleando entre sí por tener distintas opiniones sobre Chucky y qué hacer al respecto, algo que se siente bastante superficial y no permite que los personajes crezcan ni avancen. Otros secundarios en la temporada anterior directamente son dejados de lado. Distinto es lo que ocurre con Lexy, a quien le otorgan bastante importancia y tiempo en pantalla para poder ver cómo lidia con sus sentimientos y las consecuencias de los asesinatos de Chucky, es decir, la muerte de sus seres queridos. Esto se siente logrado y su profundización es interesante.

El nuevo contexto permite que también nos presenten algunos nuevos personajes, algunos de ellos que funcionan como antagonistas y molestan más de lo que nos conquistan, mientras que otros consiguen atraparnos, como es el caso de Nadine, una joven alumna que se hace amiga de Lexy y termina siendo un verdadero apoyo para ella. Su dulzura, inocencia, pero a la vez picardía hace que sea un personaje sumamente atractivo.

En esta entrega también se le da bastante lugar a la religión, no solo porque todo ocurre en un internado religioso, sino porque se analizan muchas cuestiones morales, como la culpa, lo que hay más allá de la vida, las consecuencias de nuestros actos, la redención, entre otros conceptos.

Con una tercera temporada ya confirmada, la continuación de «Chucky» nos dejó sabor a poco. Si bien nos sigue ofreciendo muertes tras muertes, un villano a la altura y varios giros sorprendentes, la historia se vuelve un poco más de lo mismo aunque en mayores magnitudes. No tenemos mucho desarrollo de los personajes, algunos capítulos se sienten de relleno y los protagonistas se enfrentan una y otra vez a las mismas situaciones. Esperemos que la próxima entrega recupere esa esencia que tanto nos gustó en el comienzo de la serie.

Tráiler:

 

Samantha Schuster

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