Crítica de «Matrimillas» de Sebastián De Caro (2022)
Después de «20.000 besos» (2013) y «Claudia» (2019), Sebastián De Caro vuelve al cine con «Matrimillas», película protagonizada por Luisana Lopilato y Juan Minujín y que se puede ver en Netflix.
La historia se centra en Belén Correas (Lopilato) y Federico Iribarne (Minujín), una pareja joven con hijos que se encuentra transitando una crisis. Ella está cansada de ser la única que se ocupa de la casa, y él está más interesado en pasar tiempo con sus amigos cocinando que con su familia. Para poder resolver sus problemas y como última solución, deciden recurrir a una aplicación que les suma o resta puntos de acuerdo al mérito que van haciendo el uno con el otro. Al principio todo parece funcionar perfectamente, pero la obsesión por acumular puntos y ganar independencia para hacer lo que les guste fuera de la pareja, hará que sus vidas terminen completamente fuera de control.
«Matrimillas» es una película divertida, que va volviéndose cada vez más ambiciosa e hilarante, a medida que los personajes se van obsesionando con conseguir más puntos para lograr sus objetivos. Con gags efectivos que recurren muchas veces a la ironía, toma un concepto atractivo e interesante para profundizar en las relaciones de pareja.
Es así como el film ahonda en las individualidades, la solidaridad, en lo que hacemos por el otro o por nosotros mismos, y en cómo se vive un vínculo amoroso tanto desde la perspectiva femenina como de la masculina. Esto se puede ver no solo en el comportamiento de los protagonistas, sino también en las interacciones y consejos que brindan los secundarios.
Las actuaciones de Luisana Lopilato y Juan Minujín están bastante logradas, se los siente naturales en los roles, y la construcción de sus personajes permite que el público pueda sentirse identificado con alguna de las dos posturas.
Sin embargo, la trama es bastante predecible. Desde la presentación de la aparente solución, el espectador sabe más o menos qué camino va a ir tomando la historia y los distintos giros obligatorios que va a dar, porque sigue una fórmula establecida. No hay demasiado lugar para la sorpresa o la novedad. Esto impide que haya algún tipo de impacto y que aproveche esa premisa original de la cual partió la cinta.
En síntesis, «Matrimillas» es una película principalmente para pasar el rato y ver algo entretenido. A pesar de su concepto novedoso y del humor que logra impregnarle el director, en todo momento sabemos qué camino va a tomar la historia, restándole impacto y sorpresa a los giros narrativos. Un film recomendado para ver en pareja y ponerse en el lugar de los protagonistas para jugar en qué sumarían o restarían Matrimillas.
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Samantha Schuster