Crítica de «Alien: Romulus» de Fede Álvarez (2024)
La saga Alien iniciada hace 45 años con la primera entrega dirigida por Ridley Scott, resulta ser una de las más queridas dentro de la ciencia ficción mainstream del cine norteamericano. Como tal sirvió para cimentar las carreras de varios cineastas como James Cameron que dirigió la segunda «Aliens» (1986), David Fincher haciendo lo propio con «Alien 3» (1992) y Jean-Pierre Jeunet con quizás la más floja de toda la franquicia, «Alien: Resurrección» (1997). Luego volvió Scott a la saga con la precuela de «Prometeo» (2012) y su secuela «Alien: Covenant» (2017), y la continuación quedó en stand by hasta que Fede Álvarez, el director de la remake de «Posesión Infernal» («The Evil Dead») de 2013 y «No Respires» (2016) se embarcó en la difícil tarea de volver a este querido universo e intentar darle un poco de aire fresco a la fórmula que comenzó allá por 1979.
Esta séptima entrega (voy a omitir aquellos crossover con Predator porque no tienen un rol preponderante en la construcción de la saga) tiene lugar entre la primera y la segunda película, buscando contextualizar un poco más el universo que rodea a los personajes que van a protagonizar esta historia, al centrase en Rain Carradine (Cailee Spaeny, actriz que pudimos ver en «Guerra Civil» y «Priscilla») quien termina de hacer sus rotaciones en la colonia minera perteneciente a la megacorporación Weylan-Yutani y descubre que la empresa la retendrá 5 años más. Ella está acompañada por Andy (David Jonsson), un androide a quien considera casi como un hermano. La joven, junto a un grupo de conocidos que se encuentran en una situación bastante similar a la que ella está atravesando, elaboran un plan que los puede llegar a sacar de ese hostil planeta. El mismo conlleva un gran riesgo e implica infiltrarse en una vieja nave abandonada que se encuentra flotando a la deriva en el espacio, y robar sus capsulas de criogenización para emprender un viaje hacia Yvaga III, un planeta que creen que podría significar un futuro más prometedor. Obviamente, que la nave estará repleta de peligros entre los que se encuentran decenas de facehuggers, y por supuesto los Aliens en su forma completa. Rain estará acompañada por Tyler (Archie Renaux), Bjorn (Spike Fearn), Kay (Isabela Merced) y Navarro (Aileen Wu).
Fede Álvarez logra volver a las bases de la saga, especialmente en todo lo que respecta al suspense bien construido del relato original y también al ritmo de acción trepidante de la secuela de Cameron, elaborando una especie de «película legado» que presenta cierta personalidad y al mismo tiempo consigue entretener mediante una cuidada puesta en escena. Spaeny y Jonsson resultas convincentes en sus roles y al mismo tiempo compensan el hecho de que el resto de los personajes secundarios resulten algo esquemáticos y descartables.
Probablemente lo más destacado de este relato resida en el pulso de Álvarez para dirigir las secuencias de acción y también las de horror, logrando una estupenda combinación entre los dos aspectos que fueron caracterizando a la franquicia y haciendo que esa mixtura resulte atractiva y convincente. Al mismo tiempo, el hecho de que el relato se acerque más a lo artesanal de la primera entrega le juega muy a favor, y cuando apuesta un poco más al CGI moderno es que tambalea y resulta menos persuasiva. Por otro lado, la búsqueda de homenajear al resto de las películas de la saga, mediante ciertos personajes, planos, elementos visuales y demás, puede resultar un poco agobiante para algunos espectadores, lo cierto es que se nota el amor del director uruguayo por la película de Scott e incluso por conceptos de las precuelas, así como también de los personajes Dan O’Bannon y los diseños de H.R. Giger.
Así como «Prometeo» representaba la reinterpretación del mito griego del titán amigo de los humanos que desafiaba a los dioses, a través de esa tripulación liderada por Elizabeth Shaw (Noomi Rapace) que buscaba respuestas sobre la creación humana, aquí en esta obra se hace presente el mito de Rómulo y Remo, aquellos fundadores de Roma según la leyenda, que están explícitamente representados por las dos partes de la nave abandonada que abordan los protagonistas, siendo Remo la parte infestada de xenomorfos donde correrán peligro de muerte y Rómulo la esperanza para salir de allí y comenzar un periodo de «fundación» que se va a ligar directamente con el legado de que dejaron tanto Covenant como Prometeo (en lo que respecta a mitología y simbolismo). Puede que no sea demasiado sutil el asunto pero sirve para empezar a determinar algunas cuestiones al mismo tiempo en que se da rienda suelta a los muy sangrientos momentos de Body Horror que propone el director así como también a los momentos de tensión y acción que se van a desenvolver alrededor de Rain en su rol de proto Ripley.
«Alien: Romulus» es todo lo que tiene que ser una secuela de un producto tan establecido y explotado como «Alien». Una película que homenajea a sus predecesoras pero al mismo tiempo construye algo propio. Un divertimento sin pretensiones que demuestra la pericia de su director, creando secuencias vertiginosas y asfixiantes y consiguiendo un tono y un ritmo perfecto que logra combinar los dos grandes caminos que tomó la saga. Un relato escalofriante y entretenido que transita ciertas notas reconocibles en la saga de manera acertada y efectiva. Un film para ver en sala que prolonga el legado del xenomorfo en la pantalla grande.
Puntaje:
Martín Goniondzki