Crítica de “El Círculo” de James Ponsoldt (2016)

Emma Watson más Tom Hanks en una empresa similar a Google parece buena idea, ¿no? Pues, no realmente.

El británico Charlie Brooker impuso un nuevo género distópico con la aparición de la serie «Black Mirror», que hace poco obtuvo su tercera temporada en la plataforma de Netflix, y es tan alta la vara de su producto que todo lo demás queda reducido al mal gusto. Ese fue el caso de la película “Nerve” (2016) y que ahora se vuelve a repetir la misma sensación fallida en esta nueva apuesta norteamericana.

El círculo” cuenta sobre el ingreso de Mae Holland (Emma Watson) a una empresa de almacenamiento de datos informáticos en la web llamada The Circle, como Facebook pero fusionado con YouTube. El objetivo primordial que tendrá dicha firma será la de intentar traspasar las barreras de lo íntimo a lo transparente.

¿Cuál es la idea de esta parodia descarada del campus de Google? Que los usuarios que estén registrados a esta red social (los empleados están semiobligados) tienen que mostrar todas sus acciones, todos sus movimientos, objetos, en definitiva, no tener secretos para conseguir más popularidad. O en todo caso, “porque los secretos son mentiras”, dirá el CEO de la compañía interpretado por un precario Tom Hanks.

El personaje de Watson es el que nos introduce a este mundo panóptico autoinfligido como rookie (novata) y vamos viendo su transformación. El cambio radical de la ingresante vendrá luego de una experiencia negligente (surfear en olas peligrosas en medio de la noche) donde el director de marca roja la someterá a un nuevo modelo de la compañía: Mostrar sus actividades diarias las 24 horas de forma voluntaria donde solo tendrá un pequeño descanso para ir al baño, y mostrar de esta forma de que uno esta más seguro siendo vigilado.

Todos los personajes están dominados por el miedo, ninguno de ellos se atreve a romper su atadura ni en el momento que es desenmascarado, continuando como si el siguiente paso lo llevará a otra meta y en consecuencia otro pavor los consumiera. Una cadena sin sentido que no da una continuidad y desarrollo de los mismos.

No es de sorprender que en nuestro mundo, una obra como “The Circle” de Dave Eggers, quien participa en el guion, haya terminado siendo best-seller. Una sociedad en la que continuamente reina la viralización de lo cotidiano, de lo ordinario, de lo banal pero teñido de la espectacularidad de la vigilancia que tiene un reality show como “Gran Hermano”. Ser verdaderamente un presentador de tu vida, aunque eso quite tu privacidad y afecte tu forma de pensar. Obviamente, todo esto con la ayuda de las nuevas tecnologías.

El largometraje intenta con todas sus fuerzas agradarte para conectar tu realidad con la suya. Los paneos continuos son un recurso singular para mostrar lo pretenciosa y ridícula que es. No necesita una historia, solo una crítica vulgar (casi sin fundamento) de lo que estamos viviendo. Impactar, no cavilar, esa es la regla.

El director termina creando una propuesta pretenciosa en una trama que se va empobrecido a medida que se desarrolla. Y si Emma Watson aceptó el papel porque logró sentirse identificada con el personaje, habrá que reclamarle que su versión de chica pura e inocente ya agobia. Y, por supuesto, que hacer un Instagram Storie no es realizar un corto como los de Jonas Mekas.

Puntaje: 2/5

Tráiler:

 

Roberto Iván Portillo

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