Crítica de “El gran golpe” de Jesse Baget (2012)

Las películas que suelen hacerse en un espacio ficcional reducido no salen bien paradas: la tensión entre los personajes parece salida de un subibaja porque la acción se condensa de forma episódica y pierde ritmo el relato. Aparte, los diálogos se tornan redundantes y faltos de ingenio para hacer avanzar una trama ya de por sí soporífera. Esto podemos apreciarlo en “Un dios salvaje” (2011) de Roman Polanski, porque todo sucede en la casa de un matrimonio que recibe a una pareja para conversar sobre la pelea que han tenido sus hijos. Este largometraje no tiene virtudes cinematográficas, su puesta en escena peca por ser teatral y poner como estandarte las interpretaciones de los actores y sus diálogos.

En este mismo grupo se puede agregar a “El gran golpe”, el thriller policial con toques gore dirigido por Baget que se desarrolla en una casa rodante. De entrada conocemos a Lorna (Gina Gershon), una ama de casa texana, que al enterarse por las noticias de un robo a un banco sospecha enseguida de Dale (Val Kilmer), su esposo. Ella lo ata junto con su amiga Tiny (Kelli Giddish) a una silla para que confiese dónde está el dinero. De aquí en más todo se vuelve cíclicamente monótono. Cualquiera diría que es una fórmula simplista: una revelación que conlleva un problema y su posterior resolución. En este punto el relato se detiene en una meseta narrativa para que los personajes “descansen” y puedan estar de nuevo sumidos en otro problema.

Aunque el devenir de los hechos resulta poco menos que interesantes, el espectador puede esbozar algunas sonrisas con el uso cómico de la estética gore de la que hace uso Baget. En uno de esos tantos momentos, ambas amigas, tras un disparo accidental, tienen que limpiar la casa, sin embargo, su tarea es tan grotesca e inútil que ellas están todas enchastradas de sangre y la casa está más sucia que antes. Si bien esta situación enfatiza la complicidad del público, es un tiro por la culata. El entramado del guion, que se va deshilvanando de a poco, pierde fuerza al ser contado con un tono más cómico. El director debió pensar que era un aspecto positivo para que su película no resultase demasiado seria y termine aburriendo hasta al más solemne, pero al final no es ni una cosa ni la otra y queda a mitad del camino.

Como policial no es más que un montón de situaciones absurdas y forzadas, y como comedia resulta inocente e infantil. “El gran golpe” es una película que pasa sin pena ni gloria por nuestras retinas.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Pablo Flaherty

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