Crítica de «El joven doctor: Un amor imposible» de David L. Cunningham (2018)

Es una sola vida, aunque la gastemos en amor o en llanto… Cae siete veces, levántate ocho. El amor vence los prejuicios y derriba las barreras sociales.

Tras diez años desde su última realización, el cineasta David L. Cunningham nos trae un drama de época muy agradable para todos los sentidos. La cinta se centra en el viaje de la infancia a la adultez de un joven nativo que queda huérfano y es despreciado por su propio pueblo, por ser mestizo, y por los terratenientes por igual.  Jo (Ryan Potter) es educado por el nuevo médico que llega a la isla, Doc (Matt Dillon). El joven luchará incansablemente por superar los límites de la raza y eliminar las barreras impuestas a su clase social, para perseguir el amor imposible de Grace (Olivia Ritchie), hija del poderoso hacendado, que tiene prohibido relacionarse con los nativos del lugar. Entre ambos se generará una atracción mutua instantánea. Un relato sin tiempo que transcurre en los campos segregados de café de los años 1920 en la bella Hawái.

Durante este período en el Cinturón Cafetero de Kona, las líneas entre los trabajadores inmigrantes japoneses y los miembros de la estructura de poder mayoritariamente blanca se mantienen de forma rígida sin concesiones ni contemplaciones. En medio de esto surge un romance que hará cuestionar este distanciamiento de «categorías», como racial.

Una narración que bordea la honestidad de lo genuino y el atractivo maquillaje de la perfección ante un estereotipo social, la lucha entre lo que los ojos ofrecen y lo que el corazón necesita, sobre el estatus, «distinguido» y «vulgar» (política del lugar). Al mismo tiempo que lo moderno batalla contra lo tradicional.

Un guion ameno junto a una espectacular fotografía que acompaña esta historia encantadora, un melodrama clásico que trasciende los límites de la raza y la clase, con una profundidad que tal vez no llega a su punto alto en la mayor parte de la cinta, pero que sí resulta efectivo en varios pasajes de dicha narración. Si bien los personajes no están del todo certeramente delineados, cumplen sus funciones en cada rol que les toca. Un drama predecible agradable, sobre el amor y los prejuicios en la década de 1920. Una historia de amor conmovedora que sobrepasa todos los obstáculos incluido el racismo.

Por cierto, sería una buena idea ver los créditos finales. No, Samuel L. Jackson no aparece para reclutar a Jo para los Vengadores, pero la imagen final es algo aún más satisfactorio.

En síntesis, «El joven doctor: Un amor imposible» es un drama clásico afable bien elaborado que hace que sea fácil para el espectador desarrollar un interés en la historia de romance que reúne ingredientes que hacen del film algo atractivo, como la lealtad a los valores, la honestidad, en cómo conectamos con los demás, y que lo que posees es lo que das, que muestra una vez más el poder del amor.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Noelia Giacometto

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