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Crítica de “Inocencia y juventud” de Alfred Hitchcock (1937)

Es casi una obligación conocer películas de este Maestro del cine (me permito la mayúscula dada su influencia en este arte) si alguien quisiera considerarse cinéfilo de pura cepa. Para ingresar en el mundo Hitchcock, este film es sumamente recomendable. “Inocencia y juventud” escrita por Charles Bennett («39 escalones»), Edwin Greenwood, Anthony Armstrong y Alma Reville, es uno de los últimos largometrajes de este director antes de emigrar, dos años más tarde, a Estados Unidos para escaparse de los conflictos bélicos en su país.

Robert Tisdall (Derrick DeMarney) encuentra el cuerpo de una mujer en la playa. Al salir en búsqueda de ayuda, es visto por dos muchachas y es denunciado como autor del crimen. Entonces, con la ayuda de Erica (Nova Pilbeam), deberá mostrar su inocencia en un caso sumamente complejo de revertir.

Esta película refleja aquellos elementos por los cuales se lo conoce a Hitchcock: gaviotas (o cuervos) cercanas al momento de una muerte, escenas silenciosas y utilización de elementos como catalizadores: la función es representar más de lo que en verdad se aprecia. El elemento tiene el rol de atraer la atención del espectador y, en algunas ocasiones, sorprenderlo. Además, el drama de la historia se diluye en momentos de humor o respuestas sugestivas. Ese es un gran recurso de la película, ya que permite que uno pueda disfrutar plenamente de su visualización.

Las actuaciones están más que aprobadas. Borrándose cualquier prejuicio existente dada la fecha del film, DeMarney y Pilbeam se complementan de una manera ideal para llevar a cabo esta trama. Su relación, en un punto, sufre un quiebre y es reconocible por meros gestos faciales o miradas. Es una dupla con la que es posible identificarse de manera rápida.

Si bien la historia puede llegar a parecer básica, no debe verse con ojos del 2018. Es necesario sacarse el velo, abrirse a una época del cine carente de color y las limitaciones obvias de 1937 en cuanto a producción. Es así como uno puede ser capaz de apreciar este film que, si bien no es la mejor película de Hitchcock, es un buen puntapié inicial para introducirse dentro de su mundo. En Qubit tenés mucho más de él, así que tengo sólo una palabra: disfrutá.

Puntaje:

Tráiler:

 

Franco Valente

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