«Misión Imposible 6»: ¿Cómo hacer que una saga tenga seis partes sin perder calidad?

«Misión Imposible» es una saga de películas basada en una popular serie norteamericana de televisión de 1966. En 1996, veintitrés años después del final del show, se realizó la que sería la primera adaptación cinematográfica de esta obra que lejos andaba por ese entonces de la idea de convertirse en la producción más exitosa y longeva de un producto televisivo. El encargado de hacer la transición de la caja boba a la pantalla grande fue el director Brian De Palma («Carrie», «Body Double») que fue capaz de capturar el espíritu de la serie, pero a su vez imprimirle su estilo característico.

Cuatro años más tarde llegaría la secuela, esta vez en manos del realizador chino John Woo («The Killer», «Face/Off»), un especialista en el cine de acción que supo otorgarle su visión a una segunda parte que intentó redoblar la apuesta con más acción y adrenalina.

En el 2006 llegaría la tercera parte bajo la dirección de uno de los realizadores del momento JJ Abrams («Lost», «Super 8»), que además de efectos especiales increíbles, coreografías y stunts muy logrados buscó darle mayor dimensión a la trama mediante la introducción de un interés romántico de peso para el personaje de Ethan Hunt (Tom Cruise). Ella sería Julia (Michelle Monoghan), la esposa del protagonista que marcó un quiebre en la saga haciendo que Hunt sea una persona más vulnerable al tener que estar velando por el bien de su familia.

En 2011, Brad Bird («The Incredibles», «Tomorrowland») dejó momentáneamente la animación para ponerse detrás de la cuarta parte de una franquicia que venía en alza y que buscaba revitalizar el género mediante secuencias cada vez más sorprendentes. Para ello, esta vez el grupo del FMI (la empresa de espionaje a la que pertenece Ethan y sus secuaces) es suspendido por haber sido implicado en un atentado. El agente Hunt deberá limpiar el nombre de su organización, pero bajo la lupa de todo el mundo que los tienen como agentes renegados escapando de la ley.

Finalmente, la quinta parte de 2015, dirigida por Christopher McQuarrie («Jack Reacher») terminaría por afirmar lo que se veía viendo en las secuelas anteriores, «Misión Imposible» podría seguir funcionando como un producto pochoclero, bien ejecutado y con un trabajo de guion más que decente que no subestime las capacidades del espectador que busca consumir ese tipo de cine.

La saga de «Misión Imposible» se forjó y asentó gracias a las distintas miradas y formas de ser encaradas por los directores de turno. Cada film fue dirigido por un cineasta consagrado con un estilo particular que buscaba mostrar un costado o aspecto distinto a su entrega antecesora. Es así como se obtuvo un producto totalmente revitalizado que tiene varios años de planeamiento previo a su rodaje y posterior estreno. De esta forma es que llegamos a “Mission: Impossible – Fallout”, el sexto capítulo en esta serie de acción cinematográfica que es la primera en repetir realizador. Esto quizás se veía como algo peculiar, teniendo en cuenta los antecedentes, pero viendo el resultado final uno puede observar que fue una decisión acertada. «Fallout» se encuentra dentro de los mejores apartados de la saga y es quizás porque termina de cerrar una sección en las aventuras de Ethan Hunt y porque sigue dándole una dimensión a toda la obra.

El protagonista debe enfrentar las consecuencias de las decisiones que ha tomado a lo largo de su vida, dejando de lado a su esposa y a una posible vida familiar, por la intensión de anteponerse a un bien mayor, a salvar al mundo antes que a sí mismo o a una persona particular. No obstante, estas últimas consideraciones devenidas en pesadillas recurrentes llevan a que nuestro protagonista Hunt decida salvar las vidas de sus colegas Luther (Ving Rhames) y Benji (Simon Pegg) durante una misión, haciendo que ésta fracase y que tres esferas de plutonio queden en manos de un grupo terrorista conocido como “Los Apóstoles”. Este grupo es una nueva célula de lo que era la organización de Solomon Lane (Sean Harris), quien a pesar de su cautiverio tiene varios planes para darle rienda suelta a sus deseos anarquistas.

Como es de costumbre, la trama va tejiendo una enmarañada red de secuencias que desembocan en un relato de corte clasicista que combina espionaje con logradas secuencias de acción. Podríamos decir que las escenas de acción de esta entrega son las mejores de la saga, todo gracias a un estupendo trabajo de los stunts y los coreógrafos, pero también de Tom Cruise que además de protagonista es el productor del film, cuyo compromiso es innegable poniéndole alma y cuerpo a cada escena y haciendo todas sus secuencias sin usar dobles. Cabe destacar, que durante la filmación del largometraje en Londres, el actor de 56 años sufrió un accidente en el cual se quebró un tobillo saltando de una azotea a la otra.

Christopher McQuarrie repite en el doble rol de director y guionista, y nos ofrece un relato que no escatima en giros argumentales siendo fiel a su estilo (recordemos que McQuarrie fue guionista de «The Usual Suspects», trabajo por el cual ganó un Oscar como guionista), y también trayendo elementos de películas anteriores que influyen positivamente en la trama de este film. Vuelven a la franquicia dos grandes personajes como el de Ilsa Faust (Rebecca Ferguson), y Julia (Michelle Monaghan), mientras que por el lado de las nuevas incorporaciones tenemos a Vanessa Kirby («The Crown») como la Viuda Blanca, una femme fatale, y un agente de la CIA llamado Walker (Henry Cavill).

Con respecto a los apartados técnicos, se lucen los efectos especiales, los coreografías en las escenas de pelea cuerpo a cuerpo, las tremendas secuencias de acción arriba de vehículos de todo tipo y un grandioso trabajo de montaje de Eddie Hamilton («Kingsman», «X Men: First Class», «MI: Rogue Nation»), que es posiblemente el mejor de la saga.

«Misión Imposible: Repercusión» (su título en nuestro país) es bastante sincera con lo que pretende ser. Un cóctel adrenalinico, bien actuado y ejecutado que busca seguir enalteciendo a la franquicia. Con un ritmo implacable, el director logra incorporar y/o retomar cuestiones que se vienen trabajando desde la refinación que tuvo MI a partir de la tercera película, haciendo al personaje más humano (a pesar de todas las inverosimilitudes por las que pueda atravesar Ethan) y con posibilidad de fallar, pero a su vez con la capacidad de apoyarse en su grupo de seres queridos.

Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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