Crítica de «La Monja II» de Michael Chaves (2023)
El universo de «El Conjuro» (la saga iniciada en 2013 por James Wan) sigue en plena expansión, tratando de posicionar a sus personajes en el centro del cine mainstream de terror.
La primera entrega de «La Monja», se estrenó en 2018 tratando de seguir los pasos del éxito de «Anabelle» que ya había tenido dos películas en solitario en 2014 y 2017 respectivamente. Si bien la película de Corin Hardy fue un éxito arrollador en la taquilla internacional, la realidad es que el relato era bastante anodino y escaso de originalidad, alejándose por completo del legado de Wan y de aquella aparición inicial del personaje en «El Conjuro 2» (2016) donde no solo su presencia era escalofriante, sino que estaba bien aprovechada.
En el medio, apareció el nombre de Michael Chaves que parece haber sido designado como el sucesor de James Wan para tomar tanto las riendas de las secuelas de la saga central, así como también de los spin offs. La primera película que dirigió Chaves fue «La Maldición de la Llorona» (2019), que intentó ser introducida como parte del universo pero que en realidad no está demasiado conectada con los Warren o incluso alguno de los otros espíritus. En aquel film, el director debutante intentó imitar el estilo de Wan, especialmente en todo lo relacionado con evitar meter los jumpscares en los momentos menos predecibles, no obstante, la falta de originalidad de la historia y la enorme cantidad de lugares comunes por los que atravesaba ese largometraje la situaron entre los peores momentos de la saga.
Luego Chaves tuvo la enorme responsabilidad de continuar los casos de los Warren con «El Conjuro: El diablo me obligó a hacerlo» (2021), y si bien tampoco estaba a la altura de las primeras dos entregas, se notó una mejoría respecto a su película anterior y contó con algunos momentos interesantes tratando de diferenciarse y marcar un rumbo distinto. Ahora, Michael fue elegido nuevamente, esta vez para posicionar a la monja como uno de los personajes más escalofriantes del universo desarrollado por Warner.
En primer lugar, podríamos decir que esta secuela es muy superior a la película dirigida por Corin Hardy tanto en lo que respecta a puesta en escena como a diseño de producción e incluso (sin ser una maravilla) a nivel guion. El largometraje tiene nuevamente a la hermana Irene (Taissa Farmiga) como la protagonista del relato. En esta oportunidad, ella permanece con un perfil bajo en un monasterio hasta que le realizan una visita del vaticano y le informan sobre algunos suicidios y muertes extrañas a lo largo y ancho de Europa con características similares a lo que vivió ella en el pasado. El otro que retorna es Maurice (Jonas Bloquet) que se encuentra como trabajador en un internado de niñas que opera en una antigua abadía de Italia, y se introducen nuevos personajes como la hermana Debra (Storm Reid), una monja que parece haber perdido la fe (sí nuevamente se le vuelve a tomar varios elementos a «El Exorcista» de Friedkin, como ejemplo de la película de terror religiosa por excelencia) y Kate (Anna Popplewell), madre de Sophie (Katelyn Rose Downey) y maestra del internado de mujeres que además de ser un posible interés romántico de Maurice, es la única que parece proteger a las niñas de la monja.
La narración que va saltando de lo que va investigando Irene, a lo que va sucediéndole a Maurice, logra generar tensión e interés por los personajes y sus conflictos tanto internos como la amenaza de la monja, logrando un relato correcto que, si bien tampoco es sumamente novedoso, cumple con lo que se propone. Nuevamente Bonnie Aarons se impone como el personaje del título de una forma amenazante y escalofriante. Chaves logra pulir varios de sus recursos como narrador y nos presenta varios momentos realmente destacados por medio de una inventiva visual e incluso una puesta lograda tanto desde lo técnico como desde lo narrativo.
Las interpretaciones resultan ser bastante convincentes y nos generan cierto apego emocional que nos embarca en la aventura con mayor cercanía que en la entrega anterior. En síntesis, «La Monja II» no será tan innovadora como «El Conjuro 2» pero si se coloca como uno de los spin offs más dignos del universo expandido, aun en los momentos donde se vuelve más fantasiosa y se aleja de sus antecesoras, Michael Chaves nos entrega un film entretenido y escalofriante.
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Martín Goniondzki