Crítica de «La Noche del Demonio: La puerta roja» de Patrick Wilson (2023)

James Wan, uno de los nombres más importantes que ha dado el terror mainstream contemporáneo, ha explotado dentro del género con tres grandes franquicias que salieron directamente desde lo más profundo y oscuro de su mente. En primer lugar, «El Juego del Miedo» (2004), que después se terminó convirtiendo en una saga multimillonaria y explotada por Lionsgate hasta el hartazgo, «La Noche del demonio» su segunda incursión en el terror que dio paso a 4 secuelas más que pergeñó junto a Leigh Whannel («Upgrade», «El Hombre Invisible») y «El Conjuro», uno de los caballitos de batalla más exitosos de Warner en los últimos tiempos que tiene 3 películas y varios spin offs que se desprenden de ese universo.

Probablemente, «La Noche del demonio» («Insidious» en su nombre original) a pesar de su enorme éxito, sea la menos comentada de las tres sagas y al mismo tiempo es la que más ideas originales posee a pesar de su punto de partida convencional. Si bien podría pensarse como la típica película de casa embrujada y posesiones demoníacas, en el primer largometraje se presentaba todo un universo donde eran posible los viajes astrales y la inclusión de «The Further» (el más allá), un lugar donde habitan las almas en pena y varios demonios que esperan la oportunidad de volver a la vida. Ese giro que se daba en el primer largometraje (escrito por Wan y Whannel) presentó un universo de posibilidades que fueron explorados en sus secuelas. En la segunda parte, Wan volvió a la dirección para resolver cuestiones pendientes con el personaje de Patrick Wilson y las secuelas que le dejó haberse sacrificado por su hijo en el relato anterior. En ese relato ya teníamos un guion únicamente de Whannel aunque este estaba basado en una idea suya junto a Wan. En la tercera parte, Wan quedó como productor mientras que la dirección quedó en manos de Whannel que haría su debut tras las cámaras, mientras que su compañero, continuaría sus aventuras en el universo de los Warren. Dicho universo implicaría a Patrick Wilson también, lo que posiblemente motivó que la tercera entrega se centre en uno de los personajes secundarios más interesantes para explorar, el de Elise Rainier (Lin Shaye). Whannel siguió manteniendo el estilo de su colega malayo y parte del código que hacía atractivo su estilizada mirada como artista, no obstante, la historia comenzó a tornarse algo repetitiva. La cuarta entrega dirigida por Adam Robitel en 2018, «La Noche del Demonio: La Última Llave», directamente se convirtió en un ejercicio de género bastante pobre y estereotipado que no presentaba ni un ápice de la originalidad de la primera entrega.

Pasaron 5 años (y 13 del inicio de la saga) para que se vuelva a planear una nueva y oscura aventura de la familia Lambert. En esta oportunidad con el mismo Patrick Wilson debutando como director y volviendo a presentar los personajes de las primeras dos películas. Si bien podemos decir que hay una mejora respecto de la entrega anterior, el debut de Wilson resulta un poco accidentado.

El largometraje se sitúa temporalmente a continuación de la segunda película, 10 años después de aquellos acontecimientos. Para poner punto final a los terroríficos acontecimientos, Josh (Patrick Wilson) y su hijo Dalton (Ty Simpkins), ya un universitario, borran cualquier tipo de registro de aquellos acontecimientos mediante hipnósis. El problema es que una sucesión de infortunios termina desencadenando ciertos fragmentos de aquellos episodios y ambos deberán unir fuerzas, pese a su distanciamiento, para adentrarse en lo más profundo del «el Más Allá». Allí encontrarán el pasado oscuro de su familia y un sin número de espantosos terrores que se esconden detrás de la puerta roja.

Comencemos diciendo que Wilson presenta varias ideas interesantes que intentan revivir, aunque lo logra solo parcialmente, esta saga al borde del agotamiento. La idea de trasladar la narración al ámbito estudiantil y ser más una de «terror universitario» que de casa embrujada, le aporta cierta cuota de frescura. Asimismo, el hecho de que Wilson tenga su bagaje de intérprete, hacen que la película esté mucho más centrada en los personajes y sus conflictos internos más que en lo que los rodea. El tema de la pérdida, la relación padre-hijo totalmente resquebrajada, el concepto de adolescente que no encaja y comienza a relacionarse con personas que comparten sus intereses y los problemas de salud mental están muy bien explorados en el relato. Quizás el problema está en que los momentos que son realmente de terror, incurren en los habituales jump scares poco motivados y convencionales que Wan trataba de evitar siempre. No obstante, hay ciertos momentos que dan cuenta de cierto grado de inventiva de Wilson que habrá incorporado de su experiencia de trabajar varios años junto a Wan. La secuencia del tomógrafo y la el juego de memoria que hace Josh Lambert junto a la ventana son ejemplos claros de secuencias memorables que parecen inspiradas en la película original.

Por otro lado, parece algo arbitraria y hasta polémica la decisión de haber dejado de lado al personaje de Rose Byrne como la madre de Dalton y ahora ex esposa de Josh, cuya participación se reduce a pocos minutos durante el inicio y casi llegando al final.

En síntesis, «La Noche del Demonio: La Puerta Roja» es un debut prolijo de Wilson como director que por momentos cae en la fórmula más típica de este tipo de relatos pero que esboza ciertas muestras de carácter al mismo tiempo que le rinde homenaje al resto de la saga y sus queridos personajes.  Como conclusión de la saga (al menos eso parece de momento) se queda a mitad de camino aunque represente una sustancial mejora respecto de la entrega anterior.

Puntaje:

 

 
Tráiler:

 

Martín Goniondzki

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