Crítica de «La Otra Memoria del Mundo» de Mariela Pietragalla (2024)
Un documental nacido de la idea de rendirle homenaje al cortometraje «Toda la memoria del mundo», del gran director de la Nueva Ola de cine francés Alain Resnais, y que encontraría protagonista en la cautivante figura encargada de cuidar una cinemateca que sufre y añora el pasaje del tiempo por igual. Es a él a quien se le otorga el rol de proyector cinematográfico, y a través no solo de sus relatos pasados sino también de sus esfuerzos presentes se logra evocar esa mística inmortal que tiene el cine.
Ofrece recorridos por la enorme cantidad de material preservado, como posters, revistas y filmes clásicos de las primeras décadas del cine internacional. Mientras a la vez da un pantallazo no sólo de la rutina de Rafael Corral manteniendo y catalogando todo, sino también un fotograma indeleble de su pasión por todo lo que rodea al séptimo arte. Bailarín en su juventud, apasionado por el cine y con toda una vida dedicada a ambos amores, la cinta está compuesta como un poema a la inmensidad del espíritu humano al igual que a la interminable lucha por preservar su luz ante las infinitas erosiones del mundo físico.
En apenas más de una hora logra transmitir no solo las dificultades sino la necesidad de conservar la historia, al igual que el valor que brinda la memoria para poder enfrentar el presente. El edificio venido a menos, recibiendo obras de mantenimiento y necesitando muchísimas más, sirve como paralelismo con las latas de fílmico que insisten en «avinagrarse» debido a la falta de personal y recursos para su debido cuidado. Pero el éxito de la narrativa ofrecida es encontrar en Corral una voz idónea para a través de sus recuerdos y sensaciones, revivir un cuerpo cansado de contener tantas ganas por volver a bailar. Su protagonista se rinde al cine y ejerce un rol activo como apasionada herramienta para su conservación, un espíritu que todo fanático del séptimo arte haría muy bien en mantener.
Puntaje:
Leandro Porcelli