Crítica de “Los 400 Golpes” de François Truffaut (1959)

François Truffaut fue un director de cine reconocido por ser uno de los pioneros de la Nouvelle Vague, un movimiento cinematográfico francés que tuvo su esplendor entre la década del ’50 y ’60. Su ópera prima fue “Los 400 Golpes”, considerada una de las películas francesas más importantes de la historia.

“Los 400 Golpes” se centra en Antoine Doinel, un niño cuya infancia no es de las más felices. Sus días se debaten entre el aburrimiento y la rebeldía en la escuela y la responsabilidad que le imponen sus padres en el hogar, donde debe hacerse cargo de ciertas tareas porque ambos trabajan, pero que tampoco obtiene el espacio (literal y metafóricamente hablando) que se merece por su acciones. Pero algunas travesuras harán que tanto los directivos como sus progenitores tengan que tomar cartas en el asunto sobre sus malos comportamientos y el joven decida aislarse de la sociedad.

Como decíamos anteriormente, Truffaut fue uno de los creadores de la Nouvelle Vague y es por eso que su obra se caracteriza por retratar varios elementos presentes en este movimiento. Sobre todo lo podemos ver en las cuestiones técnicas pero también en los aspectos narrativos y en su crítica social.

Por un lado, nos encontramos con una puesta en escena bastante sencilla, plasmada en blanco y negro, donde predominan los travellings, la cámara en mano y algunos planos largos. Tanto la fotografía como la banda sonora acompañan bien a la simpleza propuesta, para que lo que verdaderamente se destaque dentro del film sea la historia con elementos realistas, crudos y críticos.

La cinta nos ofrece la perspectiva de un niño para demostrar lo dura que puede ser la infancia, los momentos de rebeldía, la confusión entre las ilusiones que uno tiene y la realidad concreta, el rol de los padres, a través de una crítica social profunda. Genera una sensibilidad especial en el espectador, que se consigue a medida que van ocurriendo los distintos hechos. Hasta ese entonces no era muy frecuente encontrarse con un protagonista de estas características (marginal, aislado socialmente), sino que el personaje principal generalmente solía ser aquel con el que el público pudiera identificarse rápidamente. En cambio, Truffaut propone un acto de empatía en la audiencia, ponerse en el lugar de Doinel y transitar por sus miserias y sentimientos. Gran parte de esta eficacia tiene que ver también por la labor de Jean Pierre Léaud, cuyos gestos y miradas nos transmiten más que sus palabras, sobre todo a una edad en la que los niños no suelen expresar tanto sus sensaciones, sino que lo hacen con sus miradas o acciones. El pequeño actor se pone el largometraje al hombro, ya que se encuentra todo momento (o casi todo) en pantalla, con un buen apoyo del resto del elenco. Lo interesante, también, es que fue el inicio de las aventuras de su personaje, ya que en otras películas del director francés Antoine retornó como protagonista para mostrar otros aspectos de su vida a medida que fue creciendo (“El amor en fuga”, “El amor de los veinte años”, “Besos robados” y “Domicilio Conyugal”).

En síntesis, en “Los 400 Golpes” Truffaut nos ofrece una película muy sentida, donde a partir de la perspectiva de un niño presenta una crítica social importante. Se basa en la buena construcción de su personaje, en la óptima interpretación del protagonista y en una simple puesta en escena para generar una empatía en el público y una posterior reflexión. Una de esas cintas de autor que permitirá florecer muchos sentimientos.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Samantha Schuster

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