Crítica de «Los Juegos del Hambre: Balada de Pájaros Cantores y Serpientes» de Francis Lawrence (2023)
En 2012 se estrenó «Los Juegos del Hambre», la primera adaptación de la saga escrita por Suzanne Collins, la cual tuvo un total de cuatro películas a partir de tres libros. A pesar de que «Los Juegos del Hambre: Sinsajo I» fue más un film de transición que no estuvo tan a la altura de las circunstancias, el resto de las cintas construyeron una buena propuesta para el público juvenil. Una trama creativa, atrapante, llena de violencia, tensión, crítica política e ironía protagonizada por una mujer valiente, perseverante y de armas tomar (encarnada de una gran manera por Jennifer Lawrence, quien encontró en esta franquicia su salto al estrellato), cuando recién se comenzaban a ver este tipo de personajes en la pantalla grande.
Si bien parecía que «Los Juegos del Hambre» había finalizado ahí, en estos tiempos de falta de ideas y una constante búsqueda por explotar la nostalgia y el pasado, se anunció una nueva película. Frente a los temores que podíamos llegar a tener, al menos decidieron no hacer un reboot o remake como vienen haciendo últimamente en la industria para conquistar a las nuevas generaciones (que encima no pasó tanto tiempo entre su debut y la actualidad), sino que aprovecharon para traernos una precuela que se sitúa dentro del mismo universo y que nos permite completar la historia que conocíamos previamente.
Es así como nos van a contar el inicio del Panem, cómo comenzaron a concebirse los Juegos del Hambre como un entretenimiento para los habitantes del Capitolio en vez de solamente un castigo para los Distritos, como también mostrarnos la evolución de Snow, desde un joven con aspiraciones y sueños hasta convertirse en quien conocimos y terminó siendo el Presidente (encarnado por Donald Sutherland en la saga principal), un hombre cínico, autoritario y manipulador.
Al igual que en las últimas tres películas, Francis Lawrence es el encargado de llevar a la pantalla grande «Los Juegos del Hambre: Balada de Pájaros Cantores y Serpientes», escrita por Collins en 2020, la cual se centra en Coriolanus Snow (Tom Blyth) de joven, quien sueña con seguir con los pasos de su padre previo a los Días Oscuros. Para eso quiere ganar un premio que lo ayudará a ascender y conseguir el dinero suficiente para mantener a su abuela y a su prima. Sin embargo, esta vez no alcanzará solamente con ser el mejor de su clase, sino que las reglas de la Academia cambiaron. Cada uno de los aspirantes deberá convertirse en mentor de un tributo durante los Juegos del Hambre y el que ofrezca el mejor espectáculo será el ganador, debido a que los juegos ya no son tan atractivos para el público como antes y corre peligro su continuidad. Es así como Coriolanus deberá unir fuerzas con Lucy Gray Baird (Rachel Zegler) del Distrito 12, una joven cantante que hará lo que pueda para sobrevivir a pesar de no tener las chances a su favor.
Dividida en tres episodios, «Los Juegos del Hambre: Balada de Pájaros Cantores y Serpientes» sigue una historia atractiva dentro del mismo universo pero no copia los mismos pasos que su antecesora (algo que podemos ver en otras franquicias, que se dedican a repetir fórmulas exitosas). Básicamente porque no se centra en los tributos como los personajes principales, sino en la construcción de quien fue el gran villano. Además, la historia se cuenta desde el punto de vista del Capitolio y no tanto desde los Distritos, al menos hasta el tramo final del film. Es decir, que se complementa de buena manera con lo que vimos previamente.
Tom Blyth tenía un gran desafío por delante, ya que Donald Sutherland dejó la vara muy alta como el Presidente Snow. No solo tenía que tratar de imitar sus rasgos sino mostrar la evolución del personaje. El actor logra estar a la altura y manejar muy bien las distintas emociones por las cuales transita Snow. Nos muestra sus puntos más vulnerables, buenos y compasivos, mientras que también esconde una oscuridad latente que se relaciona con el poder, la ambición de llegar lejos y la concreción de sus objetivos sin importar la traición o el engaño. Sin dudas fue un gran descubrimiento.
Lucy Gray Baird está encarnada por Rachel Zegler, actriz que conocimos más profundamente en «West Side Story» y ahí nos demostró tanto su habilidad para el canto como el carisma que tiene para conquistar al público con su bondad y ternura. En este caso aprovechan su talento musical en varias oportunidades, con canciones oportunas para cada escena y muy bien interpretadas por la actriz. A ellos se le suman algunas personalidades interesantes como Viola Davis como Dr. Volumnia Gaul, Instructora de la Academia y Vigilante en Jefe, quien fomenta las nuevas iniciativas en el juego para generar interés en el público; Peter Dinklage como el decano de la Academia, que va a chocar constantemente con Snow; Jason Schwartzman como el presentador de los juegos que es sin dudas el comic relief del films con varios chistes atinados en los momentos justos; y Hunter Schafer («Euphoria») como la prima de Snow, quien funciona como la buena conciencia del protagonista y que muchas veces lo mantiene por el camino correcto.
Más allá de retomar al personaje de Snow, en una versión mucho más joven, también tenemos otros puntos de contacto con la saga principal que nos recuerda en varias oportunidades que estamos inmersos en este universo y que no se trata de una película aislada. Mucho tiene que ver con la música, algunos comentarios o el simple hecho de que ambas protagonistas pertenecen al Distrito 12. Es lógico que no se vinculen constantemente ambas historias porque existe un período temporal bastante amplio entre ellas, pero al menos sí nos trae algunos guiños para contentar a los fans.
A diferencia de las películas anteriores, esta no tiene un despliegue de producción tan pomposo y estridente, sino que es mucho más contenido y oscuro. No por falta de recursos sino que mucho tiene que ver con que nos centramos en los juegos número 10, mientras que Katniss participa de la edición 74º ya. Incluso podemos ver cuán diferente era el proceso y cómo recién comenzaba a existir un entretenimiento a su alrededor. La fotografía es bastante opaca, no tenemos demasiados colores salvo el rojo para destacar a los mentores, y no se presta demasiada atención al vestuario y maquillaje como fue la trama más futurista. De todas maneras, la caracterización de los personajes está lograda, como también los efectos especiales que utilizan en varios momentos para desatar el caos.
A pesar de su larga duración, de 157 minutos, no se siente tan larga ni pesada. Tal vez decae un poco hacia el final, luego de pasar dos episodios bastante intensos y con mucho dinamismo, para caer en un período más pausado, de reflexión, donde los personajes tienen que decidir con mucha cautela los próximos pasos a seguir. Se vuelve un poco más político/idealista que de acción, y tal vez algunas decisiones se toman de manera un tanto apresurada. Como que le dan mayor profundidad e importancia a los primeros dos actos y en el último se cierran las tramas de forma más tajante y superficial.
No se sabe si esta precuela tendrá una continuación (el director dijo que solo adaptarán los escrito de Collins y que no harán nada sin su base), pero al menos «Los Juegos del Hambre: Balada de Pájaros Cantores y Serpientes» es satisfactoria. Nos propone una trama atractiva que se complementa de buena manera con la saga principal, ahondando en el inicio de esta historia. Si bien comienza de manera dinámica, intensa, mezclando la acción con un costado más político, y hacia el final puede que se diluya un poco, consigue entretenernos y sostenerse por el talento del elenco que está a la altura de las circunstancias.
Puntaje:
Tráiler:
Samantha Schuster