Crítica de «MaXXXine» de Ti West (2024)
«Llegaste a las entrañas de la bestia. Felicitaciones, muy pocos llegan tan lejos. Para quedarte aquí, debe ser tu obsesión. Elimina las distracciones, porque si quitas la vista del premio, la bestia te va a escupir al lugar de donde saliste. Y tal vez no quiera volver a probarte».
Esta frase que le dice el personaje de Elizabeth Debicki a la protagonista en un momento central del relato resume un poco el espíritu del film y en líneas generales lo despiadada que puede resultar la competencia dentro de la industria cinematográfica. La película elige muy inteligentemente cómo crear un entorno seductor para el espectador, en el que se presentarán algunas cuestiones similares a las que vimos en sus antecesoras, pero imbuidas de personalidad y distinción mediante una cuidada puesta en escena y un tremendo trabajo a nivel montaje y banda sonora.
«MaXXXine» representa la tercera parte de la saga iniciada por Ti West (director de «El Sacramento» y «La Casa del Diablo») allá por 2022, titulada «X» y continuada tan solo seis meses después por «Pearl», una precuela que transcurre en el mismo universo. Mientras que la primera parte comprendía un slasher que en cierta forma revitalizaba el género rompiendo algunas convenciones del mismo, la segunda buscó distanciarse un poco más y optar por un camino distinto, intentando recrear ciertos melodramas del Hollywood clásico con una mirada sardónica y totalmente subversiva dando paso a un baño de sangre que de alguna forma era el complemento perfecto para entender a la villana del relato anterior. La primera servía como homenaje a un relato fundacional del terror independiente como es «La Masacre de Texas» (1974) de Tobe Hooper, y «Pearl» remitía directamente al Norman Bates de «Psicosis» (1960).
«MaXXXine» se ubica en 1985 y busca ser un slasher clásico de esos que proliferaban en los ’80, la época de los videoclubs, el neón, los sintetizadores y otras tantas cuestiones que dejan su marca estética en el film (quizás el apartado técnico es lo que mejor está construido en este relato). Como referencia directa tendremos al cine de Brian De Palma, pero nuevamente estará la huella de Hitchcock con «Psicosis» (algo que no resulta ser forzado tampoco porque De Palma era un gran fanático del director británico), película que vuelve a ser homenajeada por Ti West en esta ocasión. Obviamente también se harán presente otras grandes marcas de la década como eran las películas directo al video, el auge de la industria pornográfica, entre varias cuestiones más.
El largometraje se centra nuevamente en la figura de Maxine (Mia Goth) años después de los hechos fatídicos de «X», con una carrera establecida como estrella pornográfica y buscando distanciarse de esos roles que le dieron dinero y estabilidad. Ahora busca irrumpir en la escena del cine tradicional y su agente Teddy Knight (gran papel de Giancarlo Esposito) le consigue una audición para la secuela de un exitoso film de terror, «The Puritan II». La directora Elizabeth Bender (Elizabeth Debicki) se ve realmente conmovida por su interpretación durante el casting y decide incluirla en la película. Al mismo tiempo que Maxine parece ir encontrando el rumbo en la despiadada escena hollywoodense, un asesino en serie suelto en la ciudad, un chantajista que la amenaza con exponer los eventos sangrientos del pasado y varias cuestiones más la ponen en jaque nuevamente. Sin embargo, hay algo que la actriz no tolerará; que alguien se interponga en su camino hacia el estrellato.
Hay algo que es transversal a toda la saga y tiene que ver con el deseo de fama de los personajes. De hecho, la película abre con una cita de Bette Davis que explica un poco el comportamiento de las protagonistas de esta trilogía: «En este negocio, hasta que no crean que eres un monstruo, no eres una estrella». Por un lado, tenemos a Pearl que quería ser actriz e incurre en un derrotero sangriento para obtener lo que realmente anhela. Asimismo, Maxine quería dar sus primeros pasos como actriz porno en la primera película y en esta tercera parte ya quiere conquistar Hollywood por completo. Si bien los dos relatos anteriores también hablaban sobre la represión, la sexualidad femenina y la vejez, el eje central estaba puesto en la fama o cualquier otra aspiración del llamado «sueño americano». Lo interesante del planteo de West es ver cómo ese concepto va variando entre 1918, la década de los ’70 y ahora en los ’80. Cada contexto está excelentemente plasmado y atravesado por la realidad que vivía EEUU en esa época, en esta oportunidad, se puede ver cómo el conservadurismo republicano de Reagan, la religión protestando ante los films de terror y el contenido de la música, el crecimiento de la inseguridad y los crímenes (especialmente encontrando su imagen principal en «The Night Stalker», el cual es incluido en la cinta) son solo algunos de los elementos que condicionan y rodean a los acontecimientos narrados dándole mayor dimensión al escenario en el que tiene lugar esta historia, esto está muy bien plasmado en el montaje inicial del film que nos sitúa en tiempo y espacio.
Quizás, esa reconstrucción magnífica no se ve acompañada por un guion tan sólido como el de los relatos anteriores, ya que, si bien logra construir una historia atrapante y entretenida, no termina de ser tan redonda como «X» y «Pearl». Como bien dijimos, la historia busca ser un slasher hecho y derecho e incluso toma ciertos elementos del giallo italiano, género que sirvió y terminó moldeando al propio slasher, pero el problema está en que no termina de decidirse qué ser. Por momentos, es como que el eje está puesto tangencialmente en descubrir quién es el responsable de los asesinatos satánicos, especialmente justificando la presencia de los detectives compuestos por Bobby Cannevale y Michelle Monaghan, otros dos excelentes personajes secundarios que brinda el film; mientras que, en otros pasajes parece que el eje se corre a Maxine haciendo todo lo posible por mantener la cordura y seguir con su carrera cinematográfica. Aunque ambas cuestiones se van yuxtaponiendo, a veces parecen ir en paralelo y no logran tener la misma profundidad o importancia, así como también a veces pareciera que no importa descubrir la identidad del asesino sino dar esa sensación de peligro alrededor de los personajes.
Aún así es celebratorio tener a «MaXXXine» estrenándose en sala, que, si bien se encuentra un escalón por debajo de sus predecesoras, comprende una película entretenida y una digna ¿conclusión? para la saga. Un ejercicio estilístico privilegiado en donde reina la sangre, el humor negro, la cinefilia y ese amor característico de película donde «el cine habla del cine». ¿Qué más se puede pedir?
Puntaje:
Martín Goniondzki