Crítica de «Partidos, voces del exilio» de Silvia Di Fiorio (2022)

Aquí ya no es allá…todo lo que se soñó ser, pero no fue.

Ideado por Juan Gastaldi, un bonaerense que se exilió en Madrid, y dirigido por la argentina Silvia Di Florio, con la participación especial de Héctor Alterio, «Partidos, voces del exilio» es un documental que habla del desarraigo, la búsqueda de pertenencia y la añoranza del volver. Se estrena el 4 de agosto en el cine Gaumont.

Di Florio, a sus 18 años y embarazada de siete meses, tuvo que marchar al exilio en 1977. Juan Gastaldi, amigo de la adolescencia, se exilió en España. Se encontraron a través del tiempo entre Madrid/ Buenos Aires, y de estos encuentros nació este proyecto. «Partidos, voces del exilio» es una historia del exilio argentino en Madrid a causa de la dictadura cívico-militar (1976-1983). Cuenta sobre un puñado de hombres y mujeres que se vieron obligados a emigrar para salvar sus vidas y que acabaron instalándose allí. Eran activistas políticos, y el peligro que corrían los hizo empezar una nueva vida en Madrid, España. También habla de los hijos de ese exilio, una generación que nació en tierra extraña y otros que llegaron siendo muy pequeños.

Un relato en primera persona con locaciones filmadas en Madrid y Buenos Aires que nos embarca en un viaje emotivo sobre una partida obligada, dejando en el recuerdo una construcción de una vida que ya no está, donde tuvieron que aprender a vivir en un país que les era ajeno. Se plasma tanto sus secuelas como marcas existentes aun hoy en día, y cómo viven actualmente esa vida no elegida. Un documental magistral que retrata el dolor sobre la pérdida. Vemos sus sentimientos, dualidades y conflictos, junto a la presencia de los hijos e hijas de ese exilio que heredan una identidad partida. Un viaje de ida y vuelta que expresa la nostalgia y la tensión de estar en un lugar y sentir siempre la falta del otro, para lo que no hay alivio. La nostalgia de los exiliados, la resiliencia de la segunda generación. Y cómo el exilio argentino aportó una nueva mirada en lo cultural y lo social.

Mediante esta representación audiovisual espléndida, no solo se cuenta un suceso dentro de un determinado contexto de una época, sino cierta aflicción presente acompañada de una amargura, algo que de algún modo se ha transmitido de generación a generación como rupturas biográficas que no sólo fue la pérdida de amigos y familia, sino también la disolución de proyectos personales, irse del país por miedo al ser parte en un proyecto político militar (la lucha por los derechos humanos) donde ya no eran ni héroes, ni todas esas actitudes eran heroicas, y ni existía un proyecto para la sociedad; se encontraban solo con su existencia. Un sueño que se extinguió en pocos años con una represión feroz de la que aún quedan cuentas pendientes. La crónica resalta la belleza que posee la melancolía mediante distintos testimonios como un rompecabezas excelentemente armado para así presentar la obra exacta sobre lo que se quiere escenificar mediante un hilo conductor sensible, emotivo, ante una historia poco divulgada sobre violencia y exilio de aquellos años, acompañado de Héctor Alterio que va recitando el poema «Qué lástima» de León Felipe, ubicado y fraccionado en las partes justa de cada pasaje del documental, envolviéndolo en un halo de gran emotividad que se incrusta con ferocidad en nuestro ser. Asimismo, escoltado por una fotografía y musicalización majestuosa. En la película también aporta testimonio su hija, Malena Alterio, quien llegó al exilio español a los seis meses y actualmente es una reconocida actriz. Y también se hace énfasis en cuanto al fracaso del proyecto sobre la construcción de un país distinto que soñaba con transformaciones, un sueño que se apagó.

El diálogo que se establece entre las dos ciudades con el tejido de los recuerdos, las calles y la gente hace que hayan quedado partidos entre dos culturas y dos pertenencias. Ambas tierras son parte de ellos, y así viven hoy su vida entre dos mundos.

El intento de incidir en un proyecto mejor para la Argentina que no fue, la añoranza de volver a una vida que solo quedó en un recuerdo como pertenencia de identidad, la transición de la adaptación a una nueva realidad, nueva cultura donde sus proyectos se quedaron en Argentina y tuvieron que arrancar de cero.

En síntesis, «Partidos, voces del exilio» es una cinta que muestra las secuelas de un exilio, donde el sentimiento ambiguo de pertenencia sigue estando para algunos, la exploración constante en búsqueda del encuentro del hogar que no termina de llegar, la forzosa adaptación e incesante construcción de una vida que ya no es lo que era sobre una realidad que nos definía, junto a una percepción fuerte de una patria partida. Más que un documental político es un filme que contempla las consecuencias emocionales del desarraigo.

Puntaje:

 

 

Tráiler:

 

Noelia Giacometto

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