Crítica de «Red Rocket» de Sean Baker (2021)
El director de «Tangerine» (2015) y «The Florida Project» (2017) vuelve a presentarnos una de esas historias de microcosmos situados en los márgenes de la sociedad norteamericana de una manera realista, pero a su vez, enormemente cinematográfica.
«Red Rocket» es el claro ejemplo de comedia dramática que sabe combinar ambos géneros de manera acertada, sin quedarse en la superficie y dándose un espacio incluso para reflexionar sobre ciertas cuestiones bastante arraigadas en el modelo de vida estadounidense. El largometraje se centra en Mikey Saber (Simon Rex), una estrella porno que está empezando a entrar en crisis en el ámbito laboral y decide, o en realidad está obligado por cuestiones económicas, regresar de Los Ángeles a su pequeño pueblo natal en el Estado de Texas. Allí intentará convencer a su exmujer para que lo deje vivir en la casa de su madre con ellas, ya que realmente no tiene más que unos pocos dólares en el bolsillo. En aquel pueblito, todos parecen reconocerlo, pero nadie está demasiado entusiasmado con su regreso. No obstante, Mikey es un simpático vividor de aquellos que aprovechan cuanta oportunidad se les presenta y de esta forma comenzará a intentar ponerse de pie nuevamente, a costa de los demás, especialmente de su expareja que finalmente sucumbe a su sonrisa compradora y lo deja hospedarse en su casa e incluso hasta le permite algunas cosas más. Pero el plan de Mikey no parece ser el de quedarse allí y sentar cabeza, sino ponerse de pie e intentar volver a la industria del porno que tan bien parece conocer. Cuando este hombre conoce Strawberry (Suzanna Son), una joven de 17 años que trabaja en un local de donas de la ciudad, piensa que puede llegar a convertirla en una estrella, y allí es donde empezará a vivir una serie de enredos y mentiras que lo llevarán a complicar su estancia en su pueblo natal.
«Red Rocket» presenta personajes moralmente cuestionables y, a la vez, queribles que nos llevan a seguir sus complicadas vidas y miserias, sabiendo que probablemente fracasen o fallen en sus intentos constantes por alcanzar esa promesa de «sueño americano» que parece tan lejana, no solo porque el término fue acuñado en los años ’30 sino por la crisis de ciertos valores de la sociedad estadounidense. Y es en el patetismo de Mikey, e incluso de sus allegados, que encontramos no solo reflexiones sobre la América profunda sino también la enorme brecha que hay entre las grandes ciudades norteamericanas y los pequeños pueblos o condados que muchas veces subsisten gracias a un mercado o una gran oportunidad económica (en la decadente Texas City que retrata el relato, la mayoría de los habitantes vive de la actividad petrolera). Nuevamente se manifiestan los contrastes sociales, tal como sucede en todos los relatos de Sean Baker, pero que pudimos ver en su más grande esplendor en «The Florida Project» con las personas que viven en moteles y al margen de la sociedad, que visita la ciudad más que nada para ir a los parques de diversiones. Y si en el film de 2017, el director buscaba retratar estas cuestiones y ambigüedades desde un profundo drama, aquí se vuelca más a la comedia impulsada por el personaje de Simon Rex, que se luce en el rol protagónico, y por varios actores y actrices debutantes o incluso por no actores y habitantes de la misma ciudad representada.
«Red Rocket» es un film entretenido y descarado que goza de la enorme visión y talento de Sean Baker a quien se lo ve en su mejor forma. Difícilmente en la actualidad haya un director que trabaje tan bien la marginalidad y los contrapuntos sociales con la pericia del director de «Tangerine» y eso se traduce muy bien en este film que además resulta hilarante, conmovedor y hasta patético como un espejo de lo que son sus estupendos personajes.
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Martín Goniondzki